Detrás de las noticias hay personas. No sólo los protagonistas, sino también quienes las relatan. La firma de una información siempre ha sido asunto de la mayor importancia. Por una firma lees o no una noticia. Los nombres de los grandes periodistas y corresponsales jalonan la historia del periodismo y también la memoria de los lectores y telespectadores. La radio pierde en esto porque la memoria auditiva es más volátil.
Las primeras firmas de la prensa fueron de corresponsales. Cuando los grandes diarios como The New York Times o The Times comenzaron a firmar los textos, los primeros fueron los columnistas y los corresponsales, profesionales con visión propia, obligados a mostrar el mundo a sus lectores a través de sus propios ojos, explicando costumbres y modos de ser para receptores ajenos. Ese sigue siendo el truco del buen corresponsal.
En estos tiempos en los que ha caído el mito de la información impersonal, cuando los lectores vuelven a buscar la voz humana, los corresponsales vuelven a ser importantes. Como lo fueron en la época cuando los imperios se derrumbaban o cuando la Guerra Fría convertía a todos en espías.
Y también después del 11S, nuestro 14M y el 7J. Pasó el tiempo del espléndido aislamiento del mundo desarrollado. Sus costuras se abren con la presión de la inmigración y el enemigo acecha, desde dentro y fuera, pero siempre con referencias exteriores.
Por eso El País apuesta por los suyos y a partir de ahora encontrarás en su edición digital una hemeroteca de sus crónicas para el papel, pero también de los despachos que envíen antes de su publicación o que no entren en las limitadas páginas. Una forma de aprovechar mejor su red de periodistas en el extranjero y de mejorar la sección internacional de la edición digital.
Corresponsales extranjeros en España
P21 | 50 años de despachos de corresponsales