Mariano Rajoy ha llegado tarde. En la era de la política 3.0, el candidato popular sigue haciendo política de la imagen. Videocracia y mucho flash llena su nueva página electoral. De conversación, acceso para los ciudadanos, democracia participativa. Nada.
Bueno, perdón, unos foros.
En el cuartel general de Génova aún se sufren los efectos del día que los sms cambiaron la política aquel 13 de marzo de 2004. Desde entonces su apertura a los ciberciudadanos sigue bajo candado.
En el despacho de Rajoy ocupa un lugar central entre sus libros La democracia en América, el clásico de Alexis de Tocqueville. ¿Lo habrá leído?
Tocqueville explica que la fortaleza de la democracia americana está en la libertad y la igualdad, que permite a los ciudadanos comunicarse, discutir y participar en el gobierno. "La censura de la prensa -hoy asimilable a la censura de los ciudadanos en la Red- no es sólo peligrosa, sino un absurdo", decía el viajero francés.
Cuando los partidos vuelven a intentar ser redes sociales y su oponente José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno, emplea las mismas herramientas participativas, ya experimentadas en la web de Miguel Sebastián en las pasadas elecciones municipales, volver a la política de la imagen es toda una declaración de intenciones.
En la web electoral de Rajoy -de dirección http://www.pp.es/- lo personal y cercano queda en la imagen. El candidato muestra su atildado despacho. Por supuesto, incluye la televisión en internet con dirección a una página de YouTube para aprovechar la viralidad: videocracia manda.
Voluntariospopulares.com es la gran apuesta participativa del PP. En otro lugar, eso sí.
Luego, Mis propuestas y Mis ideas: dos repositorios de documentos sin interacción con los ciudadanos.
De cerca es la estrella. El candidato y su biografía en fotos. Como en su página de Facebook (la red social de moda), el candidato quiere parecer humano en el ciberespacio. Con mujer y todo. Las esposas de Rajoy, Elvira Fernández, y de Zapatero, Sonsoles Espinosa, estarán bien presentes en la campaña de las elecciones de marzo.
¿Se puede gobernar en una democracia de ciudadanos ciborgs cuando no se abre la comunicación a los votantes?
Dicen los responsables de la campaña de Rajoy que se han fijado mucho en la de Hillary Clinton, posiblemente una de las menos participativas y abiertas de los candidatos norteamericanos, pero profundamente encaminada a presentar la cara más amable de una candidata dura como una roca.
El PSOE lleva ventaja en su conversión a la web social o web 2.0. En La Mirada Positiva los internautas pueden proponer ideas al candidato y votar por las mejores. Otra cosa será lo que hagan con ellas.
Mariano llega tarde. Ejerce de político de la imagen al estilo JF Kennedy cuando la hora de una política más participativa va llegando.
Vivimos el debate de cómo será la nueva política: moderna (de principios ilustrados y racionales, habermasiana) o posmoderna (un simulacro donde la propia representación del mundo cambia con su imagen, Rorty, Baudrillard, etc.)
Como dijo Joe Trippi, el revolucionario jefe de campaña de Howard Dean: "No estoy hablando de internet. Ni de ordenadores. Ni de telecomunicaciones. Estoy hablando de la democracia".
En el PP se han quedado en la superficialidad de las herramientas para una nueva imagen.