La unidad contra ETA ha durado lo que la ira tarda en salir de algunas gargantas. El socialista Pedro Zerolo ha sido insultado y hostigado hoy en una protesta ante el Ayuntamiento de Madrid.
No me lo creo, avanzaba ayer Salomé García en Público (pág. 3, pdf): "Ayer, el PP aparcó su empeño de derrotar al Gobierno y se avino a acompañar a Zapatero en la misión –mucho más noble– de derrotar al terrorismo. Pero no es que se recompusiera la unidad, no se confundan. Es que los conservadores no tienen ya dónde amarrar su sempiterna crítica a la política antiterrorista del Ejecutivo socialista".
Hoy, los gritos en la concentración de Madrid confirman la debilidad del deseo de unidad. El PP ya pidió el sábado en la reunión de partidos en el Congreso medidas contra ANV y modificaciones en el texto conjunto para justificar sus posiciones anteriores y las electorales en marcha.
Y los demás tragaron por la unidad.
Y el gobierno se ha puesto a estrechar el cerco político a los terroristas.
Pero nada para los gritos y la crispación. Demasiada ira para la unidad. Demasiado cabreo para pensar que un muerto más unirá a los demócratas y dejará la lucha contra el terrorismo fuera del argumentario electoral.