Ignacio Cembrero escribe una gran historia en El País sobre el niño de Al Qaeda, la historia de Elías Mejjati, hijo de un militante de la red terrorista encarcelado en Arabia Saudí y Marruecos.
En la historia destaca la precisión. Periodista y víctima emplean el cuidado del detalle como antídoto contra el espanto. Cembrero al contar la historia con distancia periodística.
El niño con su caligrafía. En sus poemas ensalzadores de la yihad se repiten la consignas del islamismo radical. Pero su caligrafía es de una precisión formal que envuelve el dolor y el terror de su situación y de sus dibujos.
Como aquellos calígrafos e ilustradores que dibujaban y escribían mientras eran torturados en Me llamo Rojo, de Orhan Pamuk.