"Es de lamentar la desaparición en la cabecera del rótulo de 'diario independiente' que indicaba al mismo tiempo el enlace con la historia y una exigencia ética".
A Antonio Elorza no le ha gustado el cambio de una promesa a editorial a la exhibición de un hecho económico en la cabecera de El País.
El periódico global en español proclama la ambición de negocio por delante de la posición editorial. A Elorza le duele y su queja es un símbolo más de los desgarros internos de aquella casa.
Aprovechando el aniversario de El Sol de Urgoiti, recuerda: "La vida de El Sol es así una muestra más de las inevitables y difíciles relaciones entre la prensa periódica y el poder económico. Urgoiti lo fundó para ser rentable. Desde el primer momento insistió además casi obsesivamente en atender al criterio de independencia que marcaba la cabecera".
Atrapado en la enésima guerra digital y con el universo de medios hispano moviéndose y con la espera de la formación de nuevas constelaciones, El País pierde la promesa de independencia para sacar pecho global y autoafirmarse con la fortaleza de su entorno empresarial.
"Sólo queda por ver el coste de la afortunada vinculación entre el diario y su constelación económica", dice Elorza.