Ya hay acuerdo entre el alcalde Gallardón y la baronesa Thyssen sobre el llamado Salón del Prado en Madrid.
Los coches volverán a pasar por los dos lados del bulevar central a partir de la Plaza de Neptuno (Cánovas del Castillo) y el Museo Thyssen sólo tendrá dos vías para vehículos más un carril bus frente a los cinco del proyecto anterior.
La baronesa Tita Cervera logra una victoria con pinta de ardid de Gallardón.
El arte puede haber mejorado. Pierde el espacio público.
El discutido Salón del Prado queda en zaguán con circulación por los dos lados, cercando el espacio abierto para los paseantes. El bulevar del Prado seguirá encajonado por el tráfico entre Neptuno y Cibeles. Sólo se salva en parte el frontal del Museo del Prado, con cinco carriles a un lado y un carril bus al otro.
En Madrid lo difícil no es sólo entrar a los museos. Escapar del tráfico es más complicado. Un salón con sólo un pasillo de acceso era un lujo. Apresado entre carriles por todos los lados es sólo un bulevar contaminado y polvoriento más.
Y habrá que ver cómo la nueva estructura de circulación afecta a un Retiro permanentemente amenazado y donde el Ayuntamiento se empeña a fondo en convertirlo cada vez más en un palacio de congresos para favor de amigos y riqueza de las arcas municipales.