Los responsables de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático aclaran: la reducción del 25 al 40% de las emisiones de gases con efecto invernadero para 2020 "no es un objetivo".
El secretario de la conferencia Yvo de Boer, anunció ayer, diez años después del Protocolo de Kioto, que no se fijarán objetivos específicos por país.
A cambio se aprueba más dinero para evitar la deforestación y para impulsar proyectos de ayuda a los países pobres para adaptarse al cambio climático a través del Fondo de Adaptación creado en Kioto.
La presión norteamerica logra efecto después de un día muy disputado. Los negociadores encabezados por C. Boyden Gray han puesto a la Unión Europea contra sus contradicciones: no cumplirán sus promesas de reducción de emisiones.
Bali parece condenado a la banalidad: muchos gestos, pocas medidas reales.
El problema de la transferencia es clave. Los países desarrollados quieren seguir controlando el mercado de emisiones y prefieren dar dinero a los países pobres en lugar de hacer una verdadera transferencia de tecnologías limpias y de derechos de emisión per cápita, como explica Joseph Stiglitz.
Pero Estados Unidos encabeza la tendencia de obligar a los países en desarrollo como China a cumplir los mismos acuerdos sin ningún tipo de ajuste. Y también juega la carta de la demora infinita de las conversaciones y los acuerdos, como se ha hecho en las cumbres sobre el comercio mundial.
Una estrategia probada y hasta ahora imbatible y paralizante.
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