¿Dónde mejor símbolo del Estado del Bienestar que en la propia casa de la soberanía nacional?
El presidente del Congreso, Manuel Marín, sigue su empeño de modernización de la cámara con la pretensión de cambiar el actual gimnasio, pequeño y poco usado, por una gran instalación deportiva con profesor de pilates, bicicletas, pesas, máquinas de abdominales y demás equipos de fitness.
El nuevo megagimnasio se abrirá para diputados, personal del Congreso y periodistas acreditados. En total varios miles de personas, aunque no hay cálculo de los potenciales deportistas.
La generosidad de Marín se ha ganado la aprobación de todos, claro.
El gimnasio estará situado en el edificio de grupos de la Plaza de las Cortes. El viejo edificio se reformará tras el traslado de la mayoría de sus funciones al nuevo edificio ya en funcionamiento.
A Marín no le gustan los despachos y estancias pequeñas y a menudo oscuras del viejo inmueble. Quiere espacios diáfanos y "oficinas nórdicas", según comentó a varios periodistas.
El presidente del Congreso argumenta que sus mejoras buscan servir de ejemplo para instituciones, empresas y sociedad en general.
Las ventajas son evidentes, pero la liberalidad en la gestión del dinero público no parece compadecerse con un ejemplo de probidad también muy necesario.
La reforma digital del Congreso ha costado más de 15 millones de euros y en la guardería recientemente abierta se sufraga con 190.000 euros al año más 144.000 empleados en las obras de acondicionamiento. Los ya famosos jamones de Marín en Navidad costaron en 2005 casi 156.000 euros.
P21 | Conciliación con truco en el Congreso