Todas las virtudes que tanto se echan de menos en esa pesadez soberbia y codiciosa del fútbol, el gran negocio de los sentimientos tan dominante en los medios y la emoción colectiva.
Con la selección española de baloncesto no ha habido tonterías de patriotismo de audiencia ni vergonzosos excesos políticos.
Estaban solos, en Japón no estaba ni la omnipresente Familia Real, ni presidentes, ni líderes de la oposición. Sólo el secretario de Estado para el Deporte y la ministra del ramo.
¡Qué bien estaban! Deporte y punto.
Sólo por eso vale la pena alegrarse el doble por la victoria de Gasol, Navarro, Garbajosa, Calderón, Reyes y demás dirigidos por Pepu Hernández, un entrenador meritorio (y cuyo padre murió anoche).
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Alegría en los blogs.
La cobertura de los medios digitales me ha decepcionado. ¿Opiniones?
Íñigo, emocionado | El baloncesto puede ser maravilloso