Los sabios se han enfadado por la acogida a sus propuestas para la reforma de los medios públicos: TVE, RNE y la Agencia Efe. Andan sorprendidos por el cainismo, el partidismo y la furia de las reacciones. Surgen ahora las tensiones de estos meses dentro del comité, que llevaron al voto particular de Fernando G. Urbaneja, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid.
También está enojado el técnico de Economía y la Sepi, Miguel Ángel Arnedo, que acusa a los sabios de no estudiar ni tener en cuenta sus informes.
El comité de sabios parece una jaula de grillos. Andan también molestos los expertos que han trabajado para el comité con sus informes, resúmenes, análisis comparativos, etc.
Pero con la televisión hemos topado. Cuando la gente pasa tanto tiempo ante un cacharro con ese enorme poder de influencia y económico no es para menos.
Dice Victoria Camps que los sabios estaban convencidos de la calidad de su trabajo y que la definición de servicio público, la ampliación de la representatividad de los órganos de gestión y control, y la nueva fórmula de financiación son un avance.
Coinciden con ella la práctica totalidad de los miembros del comité. Y aquí chocan con Urbaneja. El presidente de la APM demanda otro modelo de financiación, más control de gastos y un redimensionamiento del Ente RTVE.
Las críticas de Efe puntualizando las inexactitudes del informe son la gota que ha colmado el vaso.
Los buenos propósitos no bastan y se echa de menos más conocimiento en los sabios, en contra de las manifestaciones de Camps.
Sobra una visión paternalista y estatalista de la radiotelevisión pública. Despotismo ilustrado televisivo. El servicio público definido es más de lo mismo. El problema es la calidad de la programación, una vez aceptada la premisa de la calidad del servicio público.
El informe piensa mucho en el gobierno, los partidos, los sindicatos, los trabajadores del Ente, el cine y los anunciantes, y muy poco en los destinatarios: como ciudadanos, como contribuyentes y como audiencia.
Sobran órganos: Consejo Audivisual, Consejo Asesor Estatal, Consejos de Redacción, Consejo de Administración, etc. y faltan modelos claros de control y participación.
¿Por qué dos representantes de los sindicatos en el Consejo de Administación?
¿Por qué tantos representantes del cine y del sector audiovisual?
Sobra gremialismo en la composición de los muchos consejos y faltan ciudadanos.
Mucho servicio público y poca autocrítica de un modelo ineficiente de gestión.
Entre los documentos que han manejado los sabios están las últimas recomendaciones de la BBC para su futuro: Construir un valor público. Allí hay algunas ideas novedosas que se echan de menos en el informe español.
>> Separar la gobernanza (Consejo Audiovisual, Consejo de Administración nombrado por los poderes públicos) de la gestión: profesional y responsable (la famosa accountability tan poco querida en España).
>> Individualizar los objetivos, administración y resultados de cada servicio: medio, canal, etc. para así mejorar su control, exigir cumplimiento de sus objetivos y acometer cambios sin involucrar al resto del Ente.
>> Aplicar un test público a todas las actividades del servicio público de radiotelevisión. Para ello se pueden utilizar mecanismos de consulta tradicionales y los nuevos de la sociedad digital. Aumentar la participación y consulta directa a los ciudadanos.
Son sólo algunas ideas que no hubieran evitado la furia contra los resultados, pero hubieran contribuido a sacar a la radiotelevisión pública del universo cerrado de los intereses partidistas, del gobierno de turno y de los gremios y lobbies que pululan a su alrededor.
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