Johnny Depp probablemente nunca crecerá. Ni falta que hace. Las mujeres lo aman y los críticos también. Muchos hombres lo envidian, y más desde que su mujer es Vanessa Paradis, la cara de Chanel y objeto de deseo mundial.
Johnny no quiere crecer. Como J.M. Barrie, el autor de Peter Pan al que interpreta en Descubriendo Nunca Jamás. Depp y la película de Marc Forster compiten por los oscars al mejor actor, mejor película, guión adaptado, dirección artística, vestuario, montaje y banda sonora
Es uno de los actores más versátiles del cine de hoy y una mirada a su filmografía lo demuestra: empezó con los fantasmas de Elm Street pero pronto los cambiaría por los monstruos adorables de Tim Burton. Eduardo Manostijeras fue su primer gran personaje.
Luego vendría su época gloriosa con tres papeles ejemplares: el director de serie B Ed Wood, el magnífico policía en misión secreta con la mafia cutre de Donnie Brasco (donde dio la réplica perfecta a un inconmensurable Al Pacino) y, al fin, su recreación del periodista gonzo Dr. Hunter S. Thompson.
Johnny está preocupado por la ceremonia de esta noche. No podrá jugar a las muñecas con sus hijas y tampoco le gusta que no se pueda fumar ni beber libremente.
Si gana, dice en esta larga entrevista, será peor, y debe poner la cara de Piratas del Caribe, su anterior papel, basado en Keith Richards, el guitarrista mítico de los Rolling Stones.
Depp lleva con orgullo infantil su fama de niño malo. Cuenta cómo compró una isla para ser como Robinson Crusoe, sus líos con las mujeres, su pasión por la bebida, sus devaneos cíclicos con el suicidio (así acabó HST, uno de sus admirados malditos) y su pasión por la interpretación.
Infinitum nihil es el nombre de su productora. Absolutamente nada. Es lo que opina del resto.
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