Mar blanco. Espuma feroz contra las rocas. Desde niño conocí la pena de un solo color en barcos que no volvían. Mar oscuro. A cuentagotas se hundían los pesqueros con su red de llanto negro. Mar de luto.
Mar azul, mar celeste, mar rojo. El mar une todos los colores aunque la pena siga siendo negra (corrección política aparte). En el Siempre Casina desaparecen juntos las penas y los hombres. Es esa mezcla de blanco y negro de mar. Juntos. La tierra parece separar, unos fuera y otros dentro del invernadero, siempre a vueltas con el padrón, arraigo de tierra. El mar se mueve y mezcla, como los puertos. La tierra ancla. La sangre reseca la vista y las manos. En el mar escasea la sangre, no las penas que, ahora, como los hombres, no vuelven. Marineros sin más patria ni raza que el mar. Madre mar. Mar inmenso.
La Voz de Galicia | La tripulación