La apuesta del diario gratuito Qué por los blogs demuestra el hambre de expresión de mucha gente. El fin de semana anterior a su salida a las calles un paseo por todas las ediciones del blogratuito indica que en las ediciones de ciudades medianas están activos una decena de blogs por edición que suben hasta las dos docenas de las grandes urbes.
Pero, ¿quién puede querer una bitácora en Qué? ¿quién quiere ser observado, editado, censurado, limitado en espacio cuando puede hacerlo gratis y libre en muchos otros servicios?
Los pioneros ya han comprobado que la censura está atenta, como cuenta Raúl PC.
La respuesta está en el ansia de público.
El escritor vive para su público, suspira por él. Y los recién llegados a la comunicación anhelan esa atención. Si además proviene del vecino puede convertirse en notoriedad local, y entonces, mejor que mejor.
Sólo en esa búsqueda desesperada de público se puede entender que los autores de los blogs de Qué se plieguen a tantas condiciones abusivas.
El blogratuito presumirá de periodismo participativo, pero lo suyo queda en marketing.
Los autores de los blogoQués deberían consultar además la Ley de Propiedad Intelectual. En las condiciones de Qué para crear un blog no se establece ninguna cesión de derechos de autor.
¿Cómo puede entonces usar el blogratuito las informaciones o creaciones de una bitácora personal para publicarlas luego en papel?
¿O es que simplemente no piensa hacerlo?
¿Lo hará acogiéndose al derecho de cita?
O lo han pensado todo, o Qué está lleno de agujeros y lo único que importa es el marketing. Fuentes técnicas de Recoletos aseguran que la plataforma no está diseñada para muchos blogs. Si tienen éxito, lo más probable es que se caiga.
Público a cualquier precio, para el blogratuito y para los blogoqueros.
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