José Luis Rodríguez Zapatero irá esta noche a la entrega de los Premios Goya 2005 para recibir el aplauso del cine español y para renovar su compromiso con la industria cultural más subvencionada. Será el primer presidente del gobierno que acude a la gala de los premios de la Academia del Cine.
Esta vez la representación oficial --ministra Carmen Calvo, presidente del Instituto de la Cinematografía y las Artes Visuales, etc.-- no tendrán que escuchar las chanzas, protestas, pegatinas y críticas de años pasados.
Zapatero fue el candidato del cine y es el presidente preferido de esta industria, promesas de más financiación, protección de los derechos de autor y sintonía ideológica mediante.
El cine siempre ha sido de izquierdas, con pocas excepciones, y su momento ha llegado tras la travesía de los dos mandatos de Aznar.
El cine español fue entonces belicoso como nunca: la catástrofe del Prestige y la guerra de Irak movilizaron al sector, que se convirtió durante un par de años en el intelectual crítico de una sociedad poco intelectualizada.
El maltrato de cine y PP siempre ha sido más de palabra que otra cosa. En 1996 el Fondo de Protección a la Cinematografía estaba dotado con 18 millones de euros. En 2003 ese fondo repartió más de 60,6 millones de euros.
Las películas españolas recaudaron en 2003 algo más de un centenar de millones de euros. Un 60% de financiación sobre recaudación. No está mal para un gobierno vapuleado.
Cada película española cuesta de media 2,4 millones de euros, la cuota de películas sobre el total exhibidas superó el 19% de los títulos en 2004, pero la recaudación y los espectadores no llegan al 13,5%. Hay más largometrajes hispanos que espectadores dispuestos a verlos.
El cine español sigue sin encandilar al público, y eso que cada vez más gente se sienta en una sala, a pesar del dvd y el top manta. El pasado año se perdieron tres millones de espectadores y diez millones de euros de recaudación frente a 2003, uno de los mejores años de la cinematografía española.
Muchos dicen que el problema es que no hay industria. Unas pocas películas triunfan y las demás no existen. Sólo cuatro películas nacionales superaron el millón de espectadores el año pasado y sólo siete superaron en recaudación el coste medio de un filme patrio.
Industria débil, no hay duda. Y la culpa no debe ser sólo de los americanos.
Las industrias hipersubvencionadas nunca han sido muy competitivas. A lo mejor también hay algo de eso. Leer la legislación de protección del cine y las ayudas financieras y fiscales; directas e indirectas; nacionales, autonómicas y europeas es trabajo de bibliotecario.
Pero el lobby del cine se maneja bien, con o sin pegatinas.
Zapatero se sentará esta noche para ver la gran fiesta del cine español, la que celebran entre ellos con dinero de todos, y se sentirá feliz de estar entre amigos y compañeros de viaje.
¿Habrá el año que viene mejores películas?
Fundido en negro.
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Ministerio de Cultura | Datos cinematográficos del mercado español 2004
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