El forofo es ciudadano fuera del estadio. Cuando entra, huele la hierba y oye rugir a la marabunta, ya sólo está para lo que está. No es persona, ya es fiera. Por eso, si un papelucho está posado en su asiento, lo tira. Si unos críos salen con unas banderas, el forofo calla, advierte que no son insignias de equipos ni un gratuito de fútbol y sigue a lo suyo.
Si salen unos jugadores cadetes, el forofo se impacienta: ¿a qué tanto cachondeo? ¿esto es un partido de fútbol o qué?
El forofo, a la hora del fútbol, está para pocas cosas. El forofo tiene el foco estrecho, como manda la biología de los depredadores: hay que fijarse en la presa y despreciar el resto.
O sea, que sin estrellas de ésas del planeta fútbol no hay euroconstitución que valga. El acuerdo entre gobierno y Liga Profesional de Fútbol (sólo pensar que estos dos poderes tienen un pacto produce escalofríos) para promover la Constitución Europea sólo sirve para que más políticos se sienten en el palco del estadio.
La Liga Profesional, la SGAE, los bancos, los sindicatos mayoritarios, Miguel Ríos, casi todos los partidos políticos, Telefónica, los grandes medios... Todos a favor. Esto de la Constitución Europea comienza a dar miedo.
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P21 | Constitución sin futbolistas
