EPS, el dominical de El País, publica foto con los Príncipes de Asturias con motivo de los 25 años de los premios del mismo nombre.
La imagen con saluda del Príncipe Felipe ha levantado algunas ampollas y soliviantado en los programas del corazón tripero, que no pillaron. Saltaron a la crítica (Anson salió al teléfono en defensa, ¡paladín real!) con el embozo del monárquico respeto pero encanallados.
¿De quién es el Príncipe? ¿No es de todos? ¿Puede consentir exclusiva en un solo medio, sin pool, sin agencia Efe, sin televisión pública? Claman algunos.
El Rey es un estar, el Heredero un proyecto (un deber ser, siempre que los ciudadanos accedan). Y los proyectos, como las plantas, deben regarse para su crecimiento.
Los príncipes antes se construían de cuentos y sueños. Hoy los entronizan los medios. La construcción mediática del Príncipe Felipe como Heredero acelera. Ya es hombre, casado, y con descendencia (más la que viene).
Felipe era invisible. Un futuro poco esbozado a la sombra del Rey. El Heredero dibuja sus contornos con precisión política y de marketing.
El otro día, en la celebración de la Fiesta Nacional, advirtió a Mariano Rajoy que esperaba la colaboración del PP para impulsar la reforma de la Constitución que hará sucesora a Leonor.
Hoy saluda desde la portada del segundo dominical de España comprometido con premios de ingenio, voluntad y prestigio. Para eso llevan su nombre.
El Heredero dibuja su futuro con más soltura y menos cuidados compromisos que los de la tradición juancarlista. La defensa monárquica ya no es sólo patrimonio de ABC y con la fragmentación de audiencias la televisión pública no es suficiente. Y El País ha estado atento a la oportunidad.
Son otros tiempos, otras prisas, otros consejos se imponen en la Casa Real, se busca una legitimidad distinta y el cariño se gana con el roce (en la moderna economía de la atención y en la vieja imageniería popular).
El Heredero acelera su construcción mediática y no se pierden oportunidades.