Monday, February 15, 2010

Un pirata para el pago por contenidos

Música para el post | Less than Zero | Elvis Costello
They think that I've got no respect but
Everything is less than zero



Peter Sunde tiene una fórmula para el pago por contenidos. Flattr llega para "revolucionar cómo la gente paga y es pagada por los contenidos en internet".
¡Aleluya! ¡Eureka! ¡Hosana!
¡Un pirata desembarca para rescatar el negocio de los contenidos!
Sunde fue uno de los fundadores de The Pirate Bay, condenada por las descargas, impulsora de un partido político con eurodiputado, y en plena transformación hacia un modelo de distribución de contenidos sostenible.
Porque los desarrollados hasta ahora, con excepción de unos pocos como iTunes o Pandora (recluida en Estados Unidos), no lo son.

Donaciones y micropago
Flattr, con nombre que emula la falacia de que el mundo es plano (Thomas Friedman), quiere hacer plano el mercado de los contenidos con una fórmula a medio camino entre las donaciones y el micropago, perfeccionadas con el criterio social que tan buen resultado da en el P2P y los agregadores sociales.
El objetivo es conseguir que los usuarios paguen un mínimo de dos euros por los contenidos, una tarifa plana -flat rate en inglés, de ahí el nombre- para compensar a los artistas en función del consumo de sus obras.
Flattr se quedará un diez por ciento de los ingresos y sus creadores creen que la suscripción elimina la tradicional barrera de entrada de los micropagos, el coste de transacción mental (Nick Szabo), la incomodidad de pagar por cada cosa que consumes. En Flattr esperan además romper la barrera del todo gratis con una economía de la afectividad hacia los contenidos que supere la resistencia del hiperconsumidor. En definitiva, sería un negocio freemium, más que uno de pago, porque el cliente entiende que paga una pequeña contribución con la que compensar lo que más le gusta.

Menos que cero
Pero además en Flattr esperan superar la lógica económica del precio traduciéndola por la granularidad digital: un precio tan pequeño que a nadie importe pagarlo y que, sumado, compense la creación de contenido.
Para que todas esas premisas funcionen es necesario un mercado de competencia perfecta. Un mercado donde la multitud de proveedores y consumidores, el equilibrio entre productos, la información, la ausencia de barreras y la reducción de costos de transacción generen la mejor relación oferta/demanda y precio/valor. Por ahora, sólo teórico, aunque si en algún sitio se puede conseguir es en los mercados digitales de intangibles.
Eso sí, habría que olvidarse de gran parte del marketing, la valoración subjetiva del precio, la competencia real en el mercado y por no hablar de la violación de derechos de los consumidores a recibir la mejor oferta.

La maldición de Lady Gaga
¿Es posible? Difícil.
Lady Gaga cobró 113 euros por un millón de streaming en Spotify de su canción Poker Face. A ese ritmo, no muy diferente de los micropagos de Flattr, no sé cuántos músicos, cineastas o creadores estarán dispuestos a ser recompensados por el nuevo servicio.
Quizá con precios tan bajos lo mejor sea seguir ofreciendo gratis los contenidos a cambio de atención, promoción, valoración, etc. sin preocuparse demasiado por los ingresos de micropagos.
La situación recuerda bastante a los ingresos por publicidad contextual. Basados en CPM muy bajos y con una tasa de CTR también pequeña, son sólo una muy pequeña parte del ingreso de las webs, con excepción del negocio de Google, su dominador.
Para calcular los ingresos que podría lograr Flattr se puede pensar en Spotify. La gran promesa del streaming tiene ya 7 millones de usuarios de su servicio con publicidad, pero sólo ha conseguido 250.000 suscriptores por 9,99 euros mensuales. Y eso a pesar de aprovechar el tirón de los móviles como canal de distribución premium.
Una tasa de conversión de pago del 3,5% que se queda muy por debajo del diez por ciento calculado por la industria para empezar a hablar del negocio.

Un nuevo canon
Más que un negocio de pago, Flattr recuerda al impuesto universal a la banda ancha para los contenidos impuesto en lugares como la Isla de Man.
Un canon universal, público y basado en sistemas de identificación del contenido digital, como el defendido por Richard Stallman o William Fisher.
Pero ni unos ni otros han podido con la competencia del todo gratis, además de la resistencia del público a los impuestos y la indiscriminación que estas medidas planas puedan acarrear tanto para productores como para los ciudadanos.
Y puestos a implantarlo, la fiscalización del sistema de gestión y el reparto de la recaudación siempre será complejo aunque se usen medidas de valoración social. La mayoría de las veces fácilmente falseables.

Más negocio
La solución para el negocio de los contenidos no está en menos negocio, sino en más negocio: la creatividad para encontrar nuevas formas de rentabilización y comercialización de los contenidos empleando las herramientas digitales. Yo lo llamo negocio 360º por ponerle un nombre gráfico.
La respuesta a la rebaja de los precios del contenido, la caída de los costes de producción de la copia, los de transacción y los financieros está en comenzar a utilizar esas posibilidades para aumentar las fuentes de comercialización e ingresos, no en limitarlas, como una gran parte de la industria hace.
Flattr puede ser una parte de la respuesta si se opta por estar en todos los mercados, pero su efecto en la erosión del precio y el valor del contenido merecerá ser estudiada.