A Miguel Sebastián, ministro de Industria, no le parece mal acabar con la neutralidad de la red por el bien de las telefónicas y los medios, especialmente la televisión.
El ministro apoya a Telefónica y a su presidente, César Alierta, en su carga contra la neutralidad de la red, el principio que garantiza que todos los contenidos son datos, iguales en internet, y que no pueden ser discriminados o privilegiados por las telefónicas y los operadores.
Pero la convergencia amenaza uno de los principios fundacionales de internet.
Telefónica no lanza la ofensiva gratuitamente. Tampoco Sebastián. La neutralidad de la red está en constante debate, pero en estos momentos en Europa y España se imponen tres objetivos, según varias fuentes consultadas:
Aumentar la cobertura de banda ancha y acelerar el tendido de las redes de nueva generación de fibra óptica.
Colaborar en construir modelos de negocio sostenibles en la convergencia multimedia con garantías para los productores y comercializadores de contenidos.
Garantizar una neutralidad limitada o lite, con garantías de no discriminación para los usuarios, pero otorgando más capacidad de gestión técnica a las operadoras de telecomunicaciones.
El diagnóstico está hecho y es compartido: la convergencia es el futuro de los medios y las telecomunicaciones. El crecimiento del consumo de datos en los móviles, la voz IP, la explosión del acceso directo a través de aplicaciones y la migración de la televisión y el contenido audiovisual a internet acelera las prisas.
Y a estos argumentos se suma la compensación de la nueva financiación de RTVE por las telecomunicaciones, como ya se hizo con el reparto del dividendo digital.
Las redes, fijas y móviles, deben sostenerlo con un equilibrio entre mejoras de acceso y precio para los usuarios y sin mermar el negocio de los productores y distribuidores.
La Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) ya avisó el año pasado de que el futuro de la banda ancha y las telecomunicaciones están ligados a los contenidos y a los modelos de pago.
Ayuntamientos, Industria y CMT están preocupados por las inversiones en nuevas redes. Todavía lentas. Un estudio de la CMT indica que sólo el 50% de los hogares tendrá banda ancha de alta velocidad en 2023. Las inversiones van lentas a pesar de la promesa de beneficios de tres a 15 años, en función del tamaño de cada localidad.
Ofcom, el regulador de medios y telecomunicaciones británico, también cree que los paquetes de doble y triple play de las operadoras permiten ahorrar dinero a los consumidores.
Pero la respuesta de los analistas de telecomunicaciones es unánime tras el embate de la crisis: pan para hoy, hambre para mañana. Por eso cada vez se habla más de volver al cobro por consumo. Una solución para rentabilizar más las telecos y el ARPU por cliente a pesar del sostenimiento o la caída de los precios de las telecomunicaciones.
Por eso cada vez más expertos proponen limitaciones a la neutralidad o un nuevo consenso para asegurar un acceso y servicio básico para los usuarios pero permitiendo a las telecos ofrecer servicios premium y optimizar la gestión de las redes.
¿Cuál será la posición de los reguladores en España? Por ahora se inclinan por la neutralidad, pero la batalla será larga y el nuevo regulador europeo tiene la definición de la neutralidad de la red entre sus objetivos para este año.
Estas ideas se están empezando a entrever en los documentos europeos y son repetidamente difundidas por los lobbies de las telecomunicaciones en Bruselas.
Muchos recuerdan que la neutralidad de la red es en parte un mito o una forma de garantizar derechos y libertades más que una realidad técnica. Las operadoras de telecomunicaciones ya utilizan sistemas de discriminación del tráfico para gestionar sus redes igual que muchos programas y servicios optimizar el ancho de banda que ocupan.
Nos jugamos el futuro de la sociedad de la información y la brecha digital entre ciudadanos premium y el resto.