El pacto y la ofensiva liderada por Telefónica para limitar la neutralidad de la red está siendo apoyada por el ministro de Industria, Miguel Sebastián, que al menos quiere abrir el debate en España y Europa.
La pregunta clave es: ¿y qué gana el ciudadano?
Porque acabar con la neutralidad de la red sólo beneficia a las empresas, no a los ciudadanos.
Y la contrapartida de Telefónica y el resto de operadoras españolas no es muy satisfactoria.
España sigue padeciendo una de las ofertas de banda ancha más caras y lentas de Europa. Los datos del Observatorio de Redes de Nueva Generación de Fedea confirman los de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones: el precio por mega de descarga es más caro en Madrid que en otras capitales europeas, tanto si se contrata con el operador dominante como si se hace con la competencia.
El coste por Mbps es de 3,86 euros en Telefónica frente a los 1,83 de Londres o los 0,45 de París.
Con los operadores alternativos baja a 1,74 euros con el cable de Ono, más en línea con los precios europeos.
Y tampoco mejoran las nuevas ofertas con servicios de nueva generación. Telefónica ha empezado a comercializar Trío Futura Imagenio (televisión, llamadas a fijos, Gol TV y DVR: vídeo personal) por 115,85 euros. Una alternativa de peor calidad y mayor precio que los servicios europeos comparables.
Si el gobierno está dispuesto a limitar la neutralidad de la red y a permitir la concentración vertical de comunicaciones y medios, al menos debería asegurarse de que la competencia y las ventajas para los usuarios mejoren.