Facebook devora internet. La red social más grande del mundo supera a Yahoo en Estados Unidos como segundo destino en internet. Pero lo más importante es que agranda la diferencia en el tiempo que le dedican los usuarios con el resto.
Los datos de Compete y de Nielsen muestran la misma tendencia: Facebook es el dueño de la atención de los internautas, su diferencia con el resto se ahonda.
Acapara el 11,6% del tiempo de navegación, siete horas mensuales frente a las dos y media de Yahoo, o las de AOL y Google. La diferencia con los medios, por ejemplo con Fox (1 h 23 min), YouTube (1 h 02 min) o Wikipedia (15 min) es todavía mayor.
Y con los diarios la distancia es un mundo. En Estados Unidos el tiempo dedicado a los diarios digitales continúa bajando y en la mayoría de los casos no llega a los 20 minutos. En España esa tendencia no es acusada, pero muy pocos diarios digitales superan los 30 minutos de consumo mensual, con los líderes en lectura alrededor de la hora.
El avance de Facebook en el tiempo y el de Google News en tráfico entre los medios de información acentúan la tendencia a usar las redes sociales y los buscadores como principales fuentes de información.
Crecen los lectores surfistas y baja la atención hacia los medios informativos y las fuentes originales. A pesar de que los diarios digitales están entre los medios preferidos de los usuarios de redes sociales. Sobre todo porque sin medios informativos una gran parte de la conversación viral no existiría.
El desafío de los medios informativos no está en seguir sumando tráfico basura a toda costa, por mucho que engorde las estadísticas y atraiga un CPM bajísimo. Si los medios no recuperan un lugar central en la vida digital de una mayoría de usuarios no habrá nuevo negocio posible, pero además se perderá la influencia y el papel de la información en el debate público.
Ese es el gran desafío frente a medios que no sólo se convierten en los canales del flujo y el criterio social, sino que las redes sociales tienden a fagocitar los contenidos que promueven cuando cada vez más gente está más pendiente del flujo social, la corriente continua de participación e información, que de los contenidos que la generan.