A uno, la verdad, se le hace cansino ver que las grandes apuestas de la televisión de calidad y servicio público para la temporada que viene son viejas apuestas, Jesús Quintero, Pepe Navarro. ¡Qué sensación de dejá vu!, dirían los pedantes. Reviviendo un país y una tele ya vista, pienso yo.
Quintero y Navarro son grandes profesionales, sin duda, pero su elección para la próxima temporada parece más una apuesta segura por la audiencia que la búsqueda de calidad y servicio público. No estaría demás un poco de riesgo e innovación.
Volver a Quintero y Navarro es como volver muy atrás en el tiempo, a un país con un gobierno que busca anclajes emocionales y estéticos con aquel otro gobierno de entonces.
Quintero vuelve a La 2 para recuperar la marca de El loco de la colina, dicen en TVE, pero salpicada de más freaks. Una búsqueda personal profundizada en sus Ratones coloraos que tan bien han funcionado en Andalucía: 24,5% de cuota de audiencia en la última temporada.
Pepe Navarro es el segundo intento de late night tras el fiasco Wyoming. Eso sí, más recatado (decencia pública obliga) que aquel Missisipí desbocado de donde tantos personajes han vivido después.
Todo un poco visto en la televisión de todos.