Un aguerrido comando encabezado por el diputado de ERC Joan Puig (cartera con el carné del Congreso entre los dientes, como buen comando curtido en peticiones policiales de identificación) asaltó el domingo la piscina abusiva del chalé mallorquín del director de El Mundo, Pedro J. Ramírez.
Agosto nunca defrauda, no sé para qué se esfuerzan algunos en reinventar sainetes y recuperar clásicos cuando la realidad es así de apasionante.
Alfonso Rojo estará contento. Su particular cruzada contra Pedro J. desde su salida del diario que cofundó ya es cosa pública. Los diputados de Esquerra le tenían ganas a la piscina que la ministra Cristina Narbona ha permitido mantener este verano para uso privado por razones de seguridad antes de que guiris y naturales puedan nadar junto al periodista en sus propias aguas.
¡Qué experiencia! ¿Lo contará Carmen Rigalt en un suelto o el chapuzón gentil será para Rosa Belmonte?
El propio Pedro J. ha convertido su desahogo veraniego en asunto de interés público otorgándole nada menos que la primera página de su diario a este terrible asalto que ha acabado incluso con ataques sexuales contra los vigilantes de la residencia de verano del periodista.
Pedro J. Ramírez denuncia la connivencia de intereses políticos y venganzas de otro hombre de prensa y playa, Pedro Serra, editor del diario Última Hora y denunciado reiteradamente por El Mundo de Baleares por varios fraudes y pelotazos inmobiliarios.
Pedro J. Ramírez es garantía de conspiraciones y entuertos escriba o se bañe en una piscina. Así es la vida de quien siembra noticias a su paso. Un sinvivir.
Los lectores de El Mundo que no leen Periodista Digital se habrán quedado patidifusos con la inquietante acción de los comandos antipiscina y por un momento la sombra de Perejil les habrá hecho temblar las pestañas.
¡Y todo mientras el yernísimo Alejandro Agag trama asaltos contra Rizzoli, propietario de El Mundo, con frufrú de cambios en los ecosistemas de las derechas periodísticas mediterráneas!
Asaltos económicos e invasiones corpóreas. Pedro J. atacado (¿o protegido?) por la izquierda y la derecha económica. Prepárese Zapatero, culpable final por pactar con ERC, sino se pone inmediatamente bajo el peso de la ley a los invasores.
No hay director igual bajo el sol de ferragosto. ¿Qué dirá el escudero Gistau? Si él hubiera estado allí con su fular...
¡Qué verano, dios, y yo de vacaciones! Se acabó, vuelvo antes de que Espe Aguirre siga otorgando televisiones a la derecha real y el pobre Jesús Polanco se quede sólo con la nueva Cuatro, el satélite de pago y Localia a trompicón de licencias y sobresaltos.
Lo dicho. Un sinvivir. Así no hay quien descanse.