The Economist acusa a los medios españoles de plegarse a los gobiernos por aquello de andar en juego las dichosas licencias de televisión.
La revista inglesa tampoco se cree la voluntad de Zapatero de despolitizar la televisión pública y, por supuesto, se ríe de las imparciales concesiones televisivas de Esperanza Aguirre en Madrid, ahora contestadas por los alcaldes socialistas.
Se olvidan de las adjudicaciones in extremis de Manuel Fraga antes de abandonar la Xunta de Galicia.
Tampoco se creen que la posición dominante de Prisa en algunos mercados y la apertura de La Cuarta sea por el bien democrático y la pluralidad informativa. ¿No es curioso que haya quien defienda en aras de la pluralidad concesiones locales a Localia cuando su propietaria tendrá un canal nacional en abierto y el monopolio en la televisión de pago por satélite?
Bueno, estas cosas no son pecadillos españoles. Spain is not different en esto (véase por ejemplo el lío en Alemania con la compra de Pro Sieben por Axel Springer), pero todo recordatorio no está de más y a veces se oye más a los de fuera que a los de dentro.
Vía Abundando