Las bibliotecas deben cambiar. Cuando el libro comienza a digitalizarse y el acceso a una gran cantidad de las obras se realiza desde internet, a través de formatos y aparatos digitales, las bibliotecas deben cambiar si quieren sostener su función y ayudar a los lectores a orientarse, a mejorar sus búsquedas y su acceso a los contenidos, a consolidar un acervo común en la era de la dispersión y la saturación de contenidos.
Joaquín Rodríguez propone un decálogo para las nuevas bibliotecas con varios puntos interesantes:
1. Extender sus funciones al ámbito digital: préstamo digital, centros de comunicación.
2. Conservar sus funciones tradicionales de patrimonio y archivo.
3. Redefinir su posición y convertirse en nuevos espacios de acceso a la información.
4. Cogestión y participación ciudadana.
5. Gestionar nuevos modelos de propiedad intelectual: copyleft, Creative Commons, etc.
6. Desconfiar de los intermediarios digitales y los formatos propietarios.
7. Reforzar la esencia de la profesión bibliotecaria.
Me sumo, pero incorporo algunos puntos o matices más en refuerzo de sus funciones digitales para la discusión.
Crear una red de gestión cultural abierta y participativa. En la era del acceso y la conexión las bibliotecas no deben ser salas cerradas, sino nodos interconectados que orienten a su público y le ofrezcan sus servicios a lo largo de una gran red de conocimiento y archivos.
Gestoras del patrimonio común, el dominio público y las obras abiertas y colectivas. Como viejas guardianas del patrimonio común, las bibliotecas tienen con la digitalización de los contenidos la gran oportunidad de convertirse en escaparate, promotoras y gestoras de todos aquellos contenidos abiertos para el público, tanto los de dominio público, como el acceso a procomunes y como difusoras de todos los contenidos con derechos libres que permiten su acceso y uso al público. Especialmente los de investigación, contenidos educativos, científicos y de nueva creación.
Integradas en un nuevo servicio público digital de contenidos y acceso. Integradas en una red de instituciones, centros y servicios públicos -bibliotecas, universidades, centros educativos y sociales, centros de investigación, radio y televisión pública- donde se produzcan, gestionen, alberguen, digitalicen, difundan y promuevan los contenidos y servicios de dominio público, de derechos abiertos y financiados con dinero público. De la ciencia a la cultura abierta. Y cada uno cumpliendo la función que mejor puede desempeñar. La de las bibliotecas sobre todo la categorización, archivo y gestión documental, tanto de fondos como para facilitar su consulta.
Además de ofrecer el acceso y la conectividad adecuada para su uso por los ciudadanos.
Abiertas al exterior como centros de difusión cultural y científica. Desde la retransmisión de todo tipo de actos -ejercida en ese nuevo servicio público por la radiotelevisión digital pública- a la integración y difusión de contenidos en redes sociales y espacios donde se hagan visibles y accesibles los contenidos.