Los costes del streaming obligan a Last.fm a dejar de ofrecer canciones a demanda. Mantendrá su player de radio social, pero cuando se quieran escuchar canciones concretas, sólo se podrá con enlaces a otros servicios como Spotify o The Hype Machine.
La razón: el coste del streaming y la imposibilidad de Last.fm de rentabilizar el negocio de la música en internet.
Y eso a pesar de que los ejecutivos de la compañía aseguraban hace un mes que lograrían beneficios este año con sus "decenas de miles de usuarios". Eso sí, sólo rebajando los costes drásticamente.
La publicidad no llega. Es difícil conseguir usuarios de pago y la web propiedad de CBS no ha conseguido llevarlos al móvil, donde la suscripción crece.
Aún así en el sector se calcula que por debajo de unos ingresos de entre 7 y 8 euros por usuario y mes no es posible el negocio. Ni para las plataformas ni para los músicos, que de nuevo se han vuelto a quejar de lo poco que cobran de Spotify por sus acuerdos con las discográficas que están en su accionariado.
Last.fm dejó de ser gratuita en varios países como España hace un año. Pero a pesar de un precio por suscripción de tres euros no ha conseguido los ingresos necesarios.
En 2008 había apostado por la gratuidad financiada con publicidad, pero Last.fm ha ido quemando modelos de negocio sin lograr los resultados esperados.
Por eso ahora sostiene su radio social, cuyos costes en distribución y derechos son menores, y deja de ofrecer música a la carta.
El cambio también responde a una realidad de usabilidad y experiencia de usuario: desde el lanzamiento de Spotify, muchos usuarios (yo entre ellos) utilizan Last.fm para sus colecciones de música y para compartirlas con amigos, mientras la escuchan en Spotify.
Last.fm como red social de recomendación e intercambio financiada con publicidad mientras otros pagan los derechos y el streaming.
La noticia se conoce el mismo día que la española Rockola.fm consigue otros 1,5 millones de sus accionistas para continuar con su actividad.
¿Es posible el negocio del streaming de música?
Todos confían en el descenso progresivo de los costes de distribución. Una esperanza que puede abortarse si prospera la ofensiva contra la neutralidad de la red impulsada por Telefónica y el ministro de Industria, Miguel Sebastián.
Con decenas de miles de usuarios de pago el negocio no cuadra. Ni siquiera le llega a Spotify, con una cuarta parte de sus ingresos procedentes de la venta de música y 325.000 usuarios de pago con una suscripción de 9,99 euros mensuales. Una tasa de conversión menor del 5% en sus siete millones de usuarios totales.
Los derechos de la música digital siguen siendo caros para el streaming, a pesar de las rebajas en Gran Bretaña, y no compensan los ingresos de la música grabada.
El nuevo negocio de la música pasa por la reducción de los beneficios de todo el sector y conseguir mayores ingresos de ventas digitales, suscripciones, conciertos y merchandising. Un nuevo mercado.