¿Es la ciberdemocracia una mejor democracia?
Hay muchos argumentos a favor. El primero y principal la aparición de un nuevo espacio abierto donde multitud de personas pueden relacionarse directamente, debatir y deliberar.
La facilidad de acceso amplía la participación democrática de los ciudadanos. La liberación de ataduras físicas, económicas y políticas permite sortear las censuras de los regímenes totalitarios y de las barreras económicas o administrativas para difundir ideas y opiniones.
La posibilidad de la deliberación y diálogo directo entre personas rompe el sistema de mediación tradicional de la democracia representativa, de las instituciones y los medios de comunicación.
Los políticos se comunican directamente con los ciudadanos y los electores pueden organizarse como activistas para causas concretas. Los propios partidos deben convertirse en redes sociales para no ser obviados y los líderes sustituyen las encuestas por los comentarios de los blogs y los foros para construir su política (o al menos su mensaje).
Con la videocracia de las redes de vídeo el mensaje gana impacto y emotividad para perder argumentación. La política espectáculo vuelve a imponerse sobre la democracia participativa.
Slavoj Zizek aborda el problema de la identidad y la acción política en un artículo que no comparto, pero donde una alerta es importante:
¿la nueva interfaz de la identidad virtual es equiparable a la ciudadanía?
El filósofo reflexiona sobre una acción política desprovista de realidad (las circunstancias cartesianas y después marxistas) y donde sólo se ejerce una parte electiva de la identidad.
La superación del problema denunciado por Zizek necesita la creación de identidades de dominio público donde el yo sea perfectivo y las narrativas de la propia vida superen la agregación de intereses individuales para construir nuevos valores y bienes comunes. Lo que he llamado Ciudadanía 3.0 (diapositiva 16).
Sólo con la construcción de nuevos espacios donde compartir objetivos para unir a los ciudadanos y canalizar su activismo para lograr objetivos valorados por una gran mayoría en la vida cotidiana, real, es posible trascender la actividad virtual para conseguir logros en la democracia real.
La ciberdemocracia debe ser el nuevo sistema operativo de la globalización, no una nueva interfaz del poder tradicional camuflado en la personalidad de pantalla de los políticos y de quienes se suman a sus viejas tramas.
El voto no se sustituye por un sms, pero la reflexión y la participación pueden apoyarse más en los mensajes de las redes virtuales que en el viejo interfaz de una democracia representativa ahogada en la partitocracia y la política profesional.
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