El barrendero de Andrés Ibáñez anda a escobazos con la pelusa de la literatura que vamos dejando por el camino.
Es "borrosa", dice. "No se ve nada cuando se lee esas frases. Y además son falsos: los sentimientos no son así, ni los gestos son así, ni la vida es así. Y además son confusos".
Ibáñez sacude la caspa literaria española de los últimos años con cuidado para no salpicar al vecino de silla. No sólo la mayoría es borrosa. Es cursi, terriblemente cursi. Ajena. De una lírica de todo a cien y engreimiento insoportable.
Por eso tantos emigramos a parajes donde narrar no sea opositar para entrar en alguna relamida antología.
Quedan algunos, pero la caspa es cada día más pegajosa en tanto autor con exceso de Botox en la piel y el cerebro.