Libération rinde su sueño de autogestión de los periodistas para convertirse en sociedad anónima después de ser durante más de 30 años un periódico propiedad de la redacción (sociedad de redactores).
Edouard de Rothschild, el accionista de apellido símbolo del capitalismo, consigue la renuncia de los periodistas a su sueño y embarca a nuevos accionistas para reunir los 15 millones de euros necesarios para intentar salvar el diario de la izquierda crítica de Jean Paul Sartre y Serge July.
La playa no está bajo los adoquines, sino en volver a conectar con un nuevo público y reinventar el diario. Para mantener la ilusión se unen el heredero de los banqueros Rothschild, el italiano fundador de La Repubblica (otro icono periodístico) Carlo Caracciolo (presidente honorario del Grupo L'Espresso), varias empresas francesas y personajes como Bernard-Henri Lévy.
Libération se editará con el modelo de empresa contra el que se rebeló.