El rescate. Miguel de Cervantes pasa gran parte de su vida perseguido por el lastre de pagar por su vida misma. Los préstamos de los 500 escudos necesarios para liberarlo del cautiverio en Argel ahogarán al autor del Quijote durante años.
A Cervantes, autor y recaudador de impuestos, quizá no le gustaría que la biblioteca virtual que lleva su nombre siguiera entendiendo la cultura 500 años después con criterios tan antiguos (vía Escolar).
Dice la presentación de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes que "nació con el objetivo de desarrollar la expansión universal de las culturas hispánicas a través de la utilización y aplicación de los medios tecnológicos más modernos a obras relevantes de la literatura, las ciencias y la cultura española e hispanoamericana".
Por eso causa estupor su abusiva y restrictiva norma de enlaces y su interpretación proteccionista de los derechos de autor, reproducción y distribución. Y eso a pesar de su esfuerzo por fijar la fecha de 1919 como límite de conservación de los derechos de los autores fallecidos, que entiende extendidos durante 80 años.
Ni rastro de cultura libre ni de una búsqueda e interpretación de las leyes con más facilidades para la extensión digital de la cultura sin menoscabo del respeto a los autores.
Los patronos y mecenas de Cervantes Virtual (con universidades, cuatro ministerios, una comunidad autónoma, la Real Academia y grandes empresas) siguen apegados a viejas ideas que limitan las posibilidades del mundo digital para la extensión de los valores, ideas y cultura que proclaman quienes se consideran "vehículo para propiciar la extensión de las culturas hispánicas".
Una interpretación más flexible de los derechos de autor, cita, enlace y distribución seguramente haría a esta gran biblioteca hispánica más útil y más pública.
Mal embajador para Cervantes, empeñado de por vida en la persecución de su valía como autor, su libertad y el derribo de los molinos de su época. Algunos aún cargan con sus aspas contra quijotes.
P21 | Bibliotecas de dominio público