"No hablo con nadie. Toda la organización se ha hecho a través de mensajes de texto. Es asequible e instantáneo". La oposición filipina se moviliza y protesta contra el gobierno coordinando manifestaciones a través de mensajes de móvil. Los sms se confirman como el mejor instrumento de movilización política, como ya se experimentó en España.
La política informal y el activismo para causas concretas abraza la tecnología en los países democráticos y en los de libertades encarceladas.
Política P2P: personal, colectiva pero no masiva, inmediata, concreta, activista, sin filtrar. Individuos con intereses y preocupaciones concretas animados por acontencimientos inmediatos que se lanzan a la acción y elaboran un discurso mínimo y quirúrgico agrupados en organizaciones laxas como las espumas que propone Peter Sloterdjik.
Los problemas y sus virtudes de la ciberpolítica anidan en esas características.
Tecnología útil para movilizaciones y operaciones propagandísticas que aguijonean al resto de la sociedad con mensajes concretos e iluminan los agujeros de la política formal, los partidos y los gobiernos.
De la agitación a la propaganda para asaltar el sistema dominante (el que sea). Nueva estrategia leninista tecnológica al margen de ideologías.
El problema es, como teme Sloterdjik, si esas celdillas de la espuma social y política se comunican unas con otras. La espuma crece, pero no se mezcla, como saben los buenos bebedores de cerveza.
¿Y entonces?
Parece que hemos superado la pesadilla de los sistemas alertada por Orwell y tantos otros. El totalitarismo no ocupa demasiado sitio en el ciberespacio. Al menos no el de las ideologías, aunque el mito político resiste y crece.
¿Puede la tecnoagitación y la blogoconversación superar el aislamiento conectado para llegar a un diálogo social razonable?
El consenso no cabe en un sms.