El presidente José Luis Rodríguez Zapatero convoca de urgencia al líder del PP, Mariano Rajoy, a La Moncloa.
Por el gobierno que no quede la búsqueda de la unidad. Es la clave de los estrategas de La Moncloa. Si no puede ser que sea el Partido Popular el que escenifique la imposibilidad de un acuerdo antiterrorista.
Arnaldo Otegui pide a ETA que "mantenga intactos los contenidos y objetivos explicitados en su comunicado del 22 de marzo", "garantice las condiciones democráticas" porque un "diálogo político resolutivo se tiene que desarrollar necesariamente en ausencia de cualquier tipo de violencia".
Otegui vuelve a hablar como si nada hubiera sucedido, con esa banalidad del mal esgrimida continuamente por los terroristas y su defensores. Donde se quebró la paz y se asesinó de nuevo se pasa el algodón mágico de las nuevas promesas y la esperanza vuelve a perdonarlo todo.
Los interlocutores también aplastados como las dos víctimas mortales del atentado contra la T-4 de Barajas salen de su shock postraumático para recuperar la iniciativa política dinamitada.
La pregunta es si su mediación es posible en una nueva búsqueda del fin del terrorismo. La voluntad sobre otro posible diálogo está divida entre los ciudadanos, según las encuestas. La bomba de Barajas y los arsenales listos descubiertos antes y después del atentado son la evidencia de que los líderes de la izquierda abertzale no tienen autoridad en ETA.
Zapatero y Otegui reaccionan tras los primeros errores y varios días noqueados.
La cuestión es saber si terroristas y ciudadanos los consideran válidos para buscar la paz o ya son zombies políticos, muertos aunque ellos no se hayan dado cuenta.
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