Telediarios con nuevo estilo y poco fondo
Arrancó la esperada renovación de los telediarios de TVE con el nuevo estilo que habían prometido el director de Informativos, Fran Llorente, y el presentador emblema, Lorenzo Milá, el Esperado.
La pareja que realizó los informativos más innovadores y desinhibidos de la televisión pública llega con voluntad de estilo, pero por ahora poco fondo.
Mal día para comenzar demostrando talante, con el presidente Zapatero reunido con el francés Chirac y el alemán Schroeder en La Moncloa en una escenificación perfecta de "la vuelta a Europa".
Buen día porque los telediarios de TVE-1 recuperaron el liderazgo: casi tres millones de telespectadores tanto a mediodía (23,9% de share) como de noche (24,9%), y un 23,7% en el matinal.
La forma pudo al fondo: descató la ausencia de corbata en Lorenzo Milá y la renovación de vestuario y peinado de Ana Blanco.
Milá estuvo serio con americana oscura pero alejado de un formalismo corbatero que, como se demostró durante su corresponsalía/exilio en Nueva York, no le pega.
Ana Blanco parecía una mujer y hasta se adivinaban cintura y piernas que no se ven. Fundido en negro a su imagen excesivamente severa y recatada de anteriores temporadas.
Ahora los presentadores existen: su posición es más alta, la mesa más baja, se ve más torso y pueden moverse más. El busto parlante deja entrever la persona tras la entradilla.
Contrasta la humanización de los presentadores con los tonos fríos, azules y grises, de un decorado más abierto, preparado para más movimiento y algún punto de vista de cámara sólo ténuemente insinuado.
Nuevas cortinillas de color suave para presentar los sumarios y los temas. Sobreimpresión con tipografía moderna (Interstate, tan usada ya en diarios y revistas) y ejes en vertical y horizontal por ahora poco aprovechados.
Hace falta mejorar en rotulación, que continúa siendo estática y poco aprovechada informativamente. Cuando ya Antena 3 y Telecinco han apostado por el ticker (rótulos dinámicos por los que pasan titulares), en TVE sigue mandando el pseudotitular nominalizado y enunciativo. Magro acompañamiento para la imagen.
Pocas sorpresas en la información
El talante no tocaba. La ceremonia monclovita de vuelta de España al eje europeo sepultó el breve atlantismo de los últimos tiempos.
Una escaleta rara, con poco ritmo, confusa, sin una definición clara entre orden de interés o temático. El mismo ritmo cansino de la televisión pública de los últimos tiempos, frases sentenciosas y poco dinamismo, a pesar de los enormes recursos de los servicios informativos del Ente.
Parece que sacudir la burocratización llevará su tiempo.
Para alejar atentados al talante, el recurso de siempre: mucho internacional (12 y 14 minutos a mediodía y noche, respectivamente), poco nacional/política (8 y 7 minutos), poca economía y un bloque grande de sociedad: una amalgama de temas marcados por los sucesos.
Fútbol, mucho fútbol. Diez minutos para los deportes. Aquí también todo sigue igual.
De cultura, por el momento, pocas noticias: el habitual cierre blando y amable.
Este año se libra la mayor batalla de informativos que se recuerda en los últimos tiempos. TVE está obligada a responder a los objetivos de independencia y pluralidad prometidos. Antena 3 quiere afianzarse como la cadena privada de referencia, incluso variando su pasada posición política, y Telecinco está un poco al margen después de dos años de gran esfuerzo a lomos de una actualidad que la convirtió en referencia imprescindible frente a la visión unívoca de la pública y A3.
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