Cuando mañana se enfrentan en televisión José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy es momento de reflexionar sobre el papel de los políticos, los medios y los periodistas en esta democracia.
Mañana y el próximo lunes no se celebrarán dos debates, sino dos sucesiones de monólogos. Tasados por los partidos, pactados hasta el mínimo detalle, sin mayor intervención periodística ni ciudadana.
A los ciudadanos sólo les queda ver y juzgar.
Nada de interpelaciones ni espontaneidad entre los candidatos. Nada de preguntas de los periodistas para que se definan y no se oigan una sucesión de eslóganes. De debate, nada. Todo discursos para una democracia cada día menos dialogante. Cada vez más crispada y más dividida más allá de la razón política.
¿Qué han hecho los partidos, las televisiones y los periodistas?
Los partidos sólo han pensado en sus intereses electorales. Importa más marcar el territorio que presentarse con argumentos ante los ciudadanos y frente al contrincante.
El PP apostó con tesón por Antena 3 y Telecinco para repetir la fórmula de 1993, pero sobre todo para no sancionar la reforma de RTVE impulsada y realizada por el gobierno de Zapatero y con un presidente de la corporación de radiotelevisión estatal, Luis Fernández, consensuado por los dos partidos.
El PSOE quería debate en RTVE justo por lo contrario, para legitimar a la nueva televisión pública, y no estaba muy contento con hacerlo en las privadas.
Antena 3 y Telecinco tensaron la cuerda todo lo que pudieron. Normal. Es su legítima intención de conseguir programas de interés para su audiencia y su cuenta de resultados. Son televisiones privadas.
Pero su papel no ha sido tan relevante como algunos creen. Más allá de las ambiciones empresariales y de imagen de las dos televisiones, a los partidos, especialmente al PP, le venía muy bien esa disculpa para excluir a RTVE, la única y verdadera razón de toda la tensión de estos meses, como algunos dirigentes del PP han confesado.
El debate en internet nunca se llegó a considerar en serio. Primero porque la pelea entre los partidos era la anterior, segundo porque se propuso cuando ya era muy difícil encontrar fechas de campaña adecuadas.
Pero la movilización en internet y el propio uso por los partidos de la Red lo ponen en la agenda para las próximas elecciones, como han prometido los responsables de campaña de PP y PSOE.
La pugna de las televisiones ha acabado por devolvernos a un debate de hace 15 años. Antena 3 y Telecinco sólo estaban interesadas en el debate si lo retransmitían en exclusiva. Lógico por su carácter de privadas. Cuatro y La Sexta aceptan un debate abierto porque de otra forma no tendrían posibilidades de emitirlo.
La Asociación de la Prensa de Madrid fue la primera en proponer un debate abierto para su retransmisión por todos los interesados.
Nunca se oyó a la Academia de la Televisión durante el proceso. Hasta que al final Manuel Campo Vidal vio la oportunidad de reeditar su éxito de 1993.
Desde entonces la presión de la Academia ha sido intensa. Llamadas a los políticos, a las televisiones, a las organizaciones de periodistas. Campo Vidal ha tocado todas las teclas posibles para que él y la Academia de la Televisión realizaran el debate.
Los dos debates costarán casi un millón de euros. La Asociación de la Prensa de Madrid ofreció realizarlos por 120.000 euros por debate.
Y, al final, el gran debate será en TVE. Antena 3 y Telecinco se han excluido de la retransmisión, aunque preparan programas sobre el debate. La televisión pública será la más fuerte en retransmitirlo y, seguramente, la que acapare más audiencia.
El PP fracasa parcialmente en su principal objetivo.
El papel de los periodistas ha sido irrelevante en todo este proceso. Pepe Blanco y Pío Escudero pactaron rápidamente las condiciones, tiempos y temario de los dos debates.
Desde el principio una moderación periodística estuvo excluida.
Sucesión de monólogos tasados, para eso, como ha reconocido el propio Campo Vidal, no hace falta moderador.
Los medios públicos viven en elecciones un estado de excepción informativa, como ha dicho Josep Cuní y la protesta de las asociaciones de periodistas contra el control de la información por los partidos ha tenido poca repercusión. Especialmente entre los responsables de los medios y entre los propios periodistas.
Resultado:
Habrá pseudodebate después de 15 años. Es un avance. Pero le queda mucho a nuestra democracia para que los partidos planteen auténticos debates como en Estados Unidos (abiertos, regulados por un organismo plural e independiente, con preguntas de periodistas y ciudadanos).
Los medios y los periodistas deben reflexionar también si someterse a las imposiciones de los partidos es la mejor forma de defender su misión, su público y su mercado.
Y los ciudadanos deben reflexionar también sobre la calidad de una democracia que no se atreve a debatir con apertura y transparencia.