Cinco años del cierre del diario vasco Egunkaria. Ni juicio, ni condena. Pero sigue cerrado y con sus trabajadores en la calle.
La lucha contra el terrorismo empaña demasiado a menudo la visión de lo que es la colaboración con los asesinos y la legítima opinión política de los ciudadanos.
Su director, Martxelo Otamendi, denuncia las irregularidades de un proceso en el que la propia fiscalía retiró los cargos en 2006.
El gobierno vasco pide de nuevo el archivo del proceso.
Demasiada confusión con una justicia lenta y que ha llegado a identificar la desobediencia civil con el terrorismo.
"Ante la violencia de ETA sólo es aceptable ética y políticamente su condena y deslegitimación absolutas, y aquí no hay matices, ni pinceladas finas. Pero esta postura no conlleva tener que estar de acuerdo con cualquier forma de luchar por la erradicación de dicha violencia". La postura de Xavier Askasibar e Itziar Aspuru es la que debe animar a los demócratas.
Que deben estar alerta para vigilar que la ceguera del terrorismo no nos confunda a todos y, especialmente, a quienes deben ser los defensores de la ley y la democracia.
La crispación que sufrimos estrecha el legítimo espacio público y político entre la presión de quienes no lo aceptan por las armas o por entendimientos restrictivos de la sociedad y el poder.