Fidel Castro no se marcha. Fidel pasa de comandante en jefe a columnista en jefe -"compañero Fidel" por todo cargo- para continuar siendo el líder de una revolución convertida en dictadura.
Da un paso atrás para intentar un cambio en el régimen de Cuba, no el necesario cambio de régimen.
Para los exiliados de aquí y allá, Fidel intenta un Castro sin Castro para burocratizar el cambio y que Cuba no acabe como el Muro de Berlín. Derrumbado en unas horas y comercializado como souvenir.
Es la hora de la democracia. Veremos si el empuje interno es suficiente y la tranquilidad en Miami y Estados Unidos, también.
Hugo Chávez ya ha apuntado rápidamente la intención del régimen. No se me vayan a desmandar, compañeros.
La oposición en el exilio exige "la liberación incondicional de todos los presos políticos, la legalización de los partidos políticos, la libertad de expresión y elecciones libres".
Y sentencia: "No hay cambio hasta que eso no ocurra".
Mauricio Vicent explora las rutas posibles en El País.
Es hora, Fidel. Es la hora demasiado retrasada de la democracia.
Recuerdo aquella carta abierta de Norman Mailer en la que te pedía que no cayeses en la mentira de la Guerra Fría. Pero la Unión Soviética fue la única salvación.
Las cartas desatendidas de los hijos de los detenidos.
El mensaje de huelga de hambre de Guillermo Fariñas por la represión de los periodistas independientes y el control de internet.
La apelación de Reinaldo Arenas, Néstor Almendros, Fernando Arrabal, Saul Bellow, Carlos Castañeda, Camilo José Cela, Guillermo Cabrera Infante, Federico Fellini, Juan Goytisolo, Ernesto Sábato, Mario Vargas Llosa, Susan Sontag y otros pidiendo lo irrenunciable: vuelta de los exiliados, elecciones libres, liberación de los represaliados, derechos humanos, vigilancia internacional de la democratización.
Dice Fidel en su mensaje que será: "Un arma más del arsenal con la cual se podrá contar. Tal vez mi voz se escuche. Seré cuidadoso".
Sea también valiente. Ha dado un paso a un lado. Ahora toca el paso adelante de la democracia, con suficiente impulso.