Ocho millones de telespectadores siguieron el debate electoral en TVE. Seis de cada diez televidentes. TVE le gana al PP su gran batalla.
El duelo entre los dos candidatos rozó los 13 millones de telespectadores, casi dos millones y medio más que en el más visto de 1993.
Frente la tozudez del equipo de Mariano Rajoy y la presión de las televisiones privadas, la realidad. El PP y el PSOE consiguieron con tanto regateo que ni Antena 3 ni Telecinco emitieran el debate. TVE, Cuatro y La Sexta fueron las agraciadas.
Zapatero TV ganó claramente a la oposición del PP.
El resultado puede marcar un camino político para el PP. Como ya les ocurrió en 1995, hay cosas que en España no se pueden cambiar después de que un gobierno las haya realizado.
Batirse contra ellas a menudo sólo desgasta a quien lo hace. A no ser que lo haga con extraordinaria fuerza e inteligencia. Y no ha sido el caso de esta burda negociación.
Seguramente lo mismo ocurrirá con los estatutos de autonomía, el matrimonio homosexual, la ley de dependencia, la memoria histórica y otras leyes y medidas contra las que tanto ha protestado la oposición.
La derrota ante TVE ofrece lecciones políticas: ser más terco no implica mayor poder de cambiar la realidad.
En el postdebate volvió a ganar TVE con los dos millones de espectadores de 59 segundos. El debate era serio y así destaca que Buenafuente sólo atrajo a un 6,7% de la audiencia. Se ve que la gente no estaba para bromas.
La audiencia es conservadora. No falla. En la videocracia gana la tradición. Los cincuenta años de historia pesan mucho en las grandes ocasiones.