Análisis en Público sobre la sanción a Microsoft
La Comisión Europea no cree a Microsoft. La compañía de Bill Gates llega tarde con sus promesas de empezar a respetar los principios de la competencia. Tarde en abrir su omnipresente sistema operativo Windows y sus programas para que puedan ser compatibles con otros. La Comisión Europea se ha cansado y multa a Microsoft con 899 millones de euros, la mayor sanción impuesta a una empresa. La comisaria de la Competencia, Neelie Kroes, afirma que la cuantía es "razonable y proporcionada" porque el rey de la informática lleva desde 2004 desoyendo al ejecutivo europeo. Y sólo se ha aplicado el 60% de la multa posible. Es la tercera sanción impuesta por Europa a Microsoft, un total de 1.676 millones.
Cuando Microsoft proclamó la semana pasada su intención de abrir sus programas a la interoperabilidad, su conversión para que pudieran entenderse y trabajar con otros sistemas y su decisión de incorporarse a los estándares de la industria, la Comisión se mostró escéptica. Había oído anuncios parecidos demasiadas veces.
Microsoft mantiene un fuerte cerrojo sobre sus sistemas operativos. Abusa de su posición dominante en el mercado para imponer programas y estándares. Ha impuesto "precios irracionales", dice la Comisión, y muchas restricciones para proporcionar la documentación y los códigos que permitan a otras plataformas y programas ser compatibles.
En mayo de 2007 Microsoft cobraba una licencia de un 0,5% por dejar acceder a la información necesaria para la compatibilidad. En 2004, el precio de la "licencia de información" era del 2,98%. El mensaje europeo es claro: Microsoft debe cumplir las leyes a tiempo. Convertirse a la causa de la compatibilidad con anuncios de repercusión mediática cuando la tecnología y el mercado le obligan a cambiar su estrategia no exime de culpa.
Microsoft se está quedando sola ante el avance del software libre, cuando aumenta la importancia de las aplicaciones fuera de los ordenadores, operativas directamente en Internet, y cuando Google, su gran competidor, se lanza a convertir el software en un commodity. Más, en una herramienta de marketing, un servicio gratis a cambio de que los usuarios accedan a las páginas de internet, entreguen sus datos y sus contenidos. Por eso Microsoft quiere comprar Yahoo y da argumentos anticompetencia a la Comisión contra Google. El negocio de Microsoft comienza a acabarse. Pero no sus responsabilidades.