“Somos millones, nos hacen piratas”, proclama el manifiesto de internautas franceses agrupados en La Red de los Piratas contra la ley Hadopi impulsada por el hiperactivo presidente Nicolas Sarkozy para perseguir a los usuarios de redes P2P que descargan contenidos de internet. “Soy uno de ellos. Declaro haber consumido, remezclado o difundido obras culturales”, se autoinculpan.
Los piratas franceses, perseguidos como los herejes cátaros, exhortan a los diputados a favor de la ley para que confiesen en público sus pecados. ¡Confesad, políticos, que también os bajáis música de internet! ¡Y también lo hacen vuestros hijos!
En Londres se reúnen los artistas convocados por los músicos Billy Bragg, Blur y Radiohead para exigir un nuevo pacto (pdf) a la industria musical y de internet que acabe con el abuso de los derechos de propiedad intelectual de los intermediarios (discográficas, productoras) y “asegure los derechos de artistas y fans” con una “justa remuneración a cambio de amplio acceso” y más transparencia en el mercado.
El manifiesto de los músicos exige a la industria un nuevo reparto de derechos de autor beneficiado por la música digital y sus bajos costes de producción y marketing gracias a la participación del público. En definitiva, liberarse del control de los dueños de la industria para recuperar los derechos de los autores (no beneficiados por la extensión del copyright) y ofrecer al público un acuerdo justo, en acceso y precio. La oferta despreciada por la industria cultural los últimos años.
Artistas e internautas no están tan lejos. Ambos quieren liberarse del yugo de los mediadores de la era industrial. En la sociedad digital los contenidos se disfrutan, comparten y mezclan con libertad. Y ni los viejos mercaderes del show business pueden pararlo. Ya no son los tiempos del No hay negocio como el negocio del espectáculo que compuso Irving Berlin para la era de los grandes musicales.
Ahora todo es más inmediato, directo y sin intermediarios.
Artistas y público se entenderán bien si unen sus fuerzas para cambiar una industria moribunda.
Mi columna de la semana en los medios de
Vocento y Colpisa