No nos ponemos de acuerdo. El problema de la crisis de los medios empieza por los errores de diagnóstico. Como se puede ver en este vídeo, muchos expertos y menos editores y periodistas se ponen de acuerdo.
Unas veces para no admitir errores. Otras porque los problemas del cambio de paradigma en la comunicación y el periodismo son numerosos y exceden a los problemas del periodismo. Tantas porque no acertamos cómo afrontarlos.
Etc., etc.
Pero sin diagnóstico no hay solución. En este blog hablamos de estos problemas desde hace ya siete años. Y especialmente durante los últimos tres años he ido desgranando algunas ideas alrededor de cada uno de esos problemas.
Frente a la falta de diagnóstico, el mío es claro:
1. Crisis del modelo periodístico y económico de los medios, en especial de la prensa de pago, por la irrupción de los ciudadanos y las oportunidades y el cambio de paradigma comunicativo, social y cognoscitivo provocado por la revolución digital.
2. Crisis de audiencia y de difusión como consecuencia de una nueva economía de la atención. No sólo por la multiplicación de medios y la fragmentación del mercado, sino porque crecen las audiencias de nicho, interesadas en temas especializados, y desciende en interés por la información general, que hoy se centra prácticamente en política y deportes, además de algo de economía por la crisis.
3. Crisis del modelo económico de los medios. Un sector dimensionado para la mass media, las altas rentabilidades y los altos costes sufragados por una gran facturación cuando vamos hacia un futuro de publicidad más barata y menos ingresos de pago. Y, por lo tanto, necesitado de un nuevo modelo de negocio.
4. Crisis del periodismo y la falacia de la calidad. El periodismo se ha hecho menos necesario en las sociedades desarrolladas. Cada vez sirve más para reunir y confirmar las ideas de los adeptos a partidos, sectores o grupos de interés -tribus- y menos para el diálogo y la discusión democrática.
Llegado cierto nivel de vida, una gran parte de la gente sufre el mal de la clase media o la maldición del nuevo rico, como se quiera llamar. Los síntomas son exceso de egoísmo, desconfianza y falta de empatía hacia el vecino (nos solidarizamos con lo lejano, no con lo cercano) y la convicción de que es mejor el sálvese quien pueda y yo me arreglo con mis cosas. Y la culpa es siempre de papá Estado. La crisis actual está llena de ejemplos.
Y la calidad del periodismo sigue siendo en muchos casos una coartada para refugiarse en información, estilos y contenidos que no interesan ni suman valor añadido y que en muchas ocasiones no ayudan ni en el diálogo social y cívico ni en la gestión de la vida cotidiana.
O empezamos por el diagnóstico o no hay remedio posible.