"Rouco, no cuela" y "Sólo parque en la Cornisa" cantamos al ritmo de Guantanamera. Así se manifestaron ayer unos pocos miles de personas en Madrid contra el Minivaticano que el arzobispo Antonio María Rouco Varela y el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón quieren construir en uno de los jardines de poniente más bonitos e históricos de la ciudad.
Ciudadanos hastiados, pero no rendidos, ante un ayuntamiento que achica constantemente el espacio público y acaba sistemáticamente con los espacios verdes de la ciudad. Una ambición repleta de intereses políticos y económicos para construir ciudades temáticas (de la banca, del fútbol, de la iglesia, etc.), un ardid para las recalificaciones y la especulación.
25.000 metros cuadrados cedidos a la iglesia para edificar otro templo del poder en una ciudad donde cada día desaparecen equipamientos públicos, donde la sanidad o la educación públicas y el urbanismo cívico padecen la destrucción sistemática del Partido Popular de Esperanza Aguirre y Gallardón.