Vuelta atrás. Blindaje y a acotar el mercado. Tanta televisión no podía ser buena. Para nadie. La famosa fragmentación de las audiencias y la caída de la publicidad, a la que se suma la crisis, obliga a las televisiones a unirse y a estrechar de nuevo el mercado.
Y hay prisa. Por eso el gobierno se ha adelantado para reducir los límites a la concentración de las cadenas y permitir participaciones en varias emisoras que no superen el 25% del capital y el 27% de la audiencia.
Empieza la carrera de las fusiones. Posibilidades hay muchas, pero el ministro Miguel Sebastián sabe quién tiene más urgencia.
Ya le llaman el plan Lara por la situación de Antena 3, aunque también podría llamarse el plan Roures, entrampado en una deuda multimillonaria por los derechos del fútbol, todavía sin TDT de pago y con La Sexta a la cola de audiencia de la televisión convencional pese a la Liga.
En todas las miradas está una alianza que ya rondó la frustrada compra del Grupo Zeta y que sería apoyada por los poderes políticos y económicos catalanes.
Antena 3 (14,9%) y La Sexta (6,6%) sumarían un poco más del 20% de audiencia y la alianza se podría reforzar con los diarios Público en Madrid (Mediapro) y Avui en Cataluña (Lara y Godó).
Pero en todas las miradas está también Cuatro y la difícil situación del Grupo Prisa. Tras la frustrada venta de Digital Plus, Prisa podría dar entrada en su capital a Lara como socio de referencia con intereses en televisión y editoriales (Planeta+Santillana). Y con suficiente caja para convertirse en el Carlos Slim del grupo de la familia Polanco.
Cuatro no ha conseguido retener a sus espectadores de la pasada Eurocopa, cuando llegó al 21% de audiencia, ahora reducido al 9% y con unas pérdidas operativas en 2008 de 46,5 millones por la inversión en derechos.
Cualquiera de las dos alternativas daría a Lara un futuro en los medios de comunicación más brillante que mantener La Razón y el gratuito ADN, los dos deficitarios.
Pero otras fuentes tampoco descartan una fusión con Vocento (Net TV) que acabaría con la patogénesis ABC/La Razón que tiene dividida a la derecha desde la escisión de Luis María Anson.
Esperando a Lara. Todos. Porque Telecinco es la única opuesta a una reforma que amenaza su liderazgo entre las televisiones privadas y los más de 250 millones de euros que previsiblemente ha ganado en 2008 (está pendiente la presentación de sus cuentas) pese a la crisis.
Es el reordenamiento de la expansión audiovisual lanzada por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero en su primera legislatura.
Toca defender el mercado.
En 2005 se encendió el programa de Zapatero TV. Al fin se abría el duro melón de la televisión privada y Prisa pasó del pago a la gratuidad con Cuatro, surgió La Sexta con el nuevo poder de Mediapro y la alianza de productoras (apoyadas financieramente por la mexicana Televisa), arrancó la reforma de RTVE que alarmaba ya en su inicio al poder de las autonomías y la era de la televisión digital terrestre comenzó a ser el centro de la sociedad de la información reconvertida en pandilla de ocio.
Más televisiones privadas, más televisión pública. Más televisión, siempre.
Pero la expansión de la televisión no es infinita pese al aumento de pantallas y consumo. Una vez contentos todos los grupos con sus aspiraciones a ser audiovisuales comenzó el calvario económico. Redoblaron las peticiones de menos publicidad en las televisiones públicas y todos los grupos de prensa (Prisa, Vocento, Unidad Editorial) sufren el lastre de las malogradas inversiones en televisión local y ahora en una TDT que no es negocio.
El telestado del bienestar no es buen negocio con tanta competencia, y como dice Bart Simpson, la televisión es dinero.