“Nuestra visión es que cada libro editado en cualquier idioma esté disponible en 60 segundos”. Las palabras de Jeff Bezos al presentar el nuevo Kindle explican por qué el e-book de Amazon revoluciona la edición como no lo han hecho los dispositivos de lectura digital en diez años. Es un aparato tremendamente conservador, como reconoce John Makinson, jefe de la editorial Penguin, porque no cambia la naturaleza de la edición y de los libros, sólo su distribución. Kindle está diseñado para leer los libros tal como son en un aparato electrónico, no para transformar el texto, contenido y formato de los libros. Por eso los editores lo apoyan frente a los libros abiertos y conectados: la revolución digital del hipertexto.
Y todo a pesar de que las predicciones cifran en medio millón los libros digitales vendidos por Amazon, sólo un 1% del negocio de las editoriales y de la tienda por Internet más famosa del mundo. Pero los lectores están preparados para asumir un dispositivo de buena lectura, sin la cansada retroiluminación, simple y fácil de manejar, sin complicados métodos de compra. Se paga por el aparato (359 dólares) y por los libros o suscripciones a medios digitales (diarios, revistas o blogs) que se descargan por wifi o conexión 3G.
A los editores les interesa porque casi el 13% de los lectores españoles ya descarga literatura por internet y un 11% participa en blogs y foros sobre libros y temas literarios. La lectura digital se abre paso aún con la poca oferta de e-books y con menos del 9% de los títulos en formato digital (datos de los editores y del Ministerio de Cultura).
Pero lo que más preocupa a los editores es el negocio, aún boyante porque los lectores aman los libros, excluidos hasta ahora del boom de la distribución gratuita o compartida que atenaza a la información o a la música.
La televisión, convertida a internet por obra y gracia de plataformas como Hulu o por las propias web de las cadenas, y los libros son los supervivientes de la crisis digital de otros contenidos. En ninguno de los dos casos el acceso digital ha cambiado las obras y su modelo de negocio como con la información (gratuidad, hipertexto, periodismo ciudadano) o la música (venta por canciones, P2P).
El triunfo de Kindle es posible porque los nuevos lectores ya son nativos digitales por edad, pero su hábito a las pantallas les hará buscar los libros en móviles y otros dispositivos no exclusivamente dedicados a la lectura. Kindle sólo es para grandes lectores y compradores, profesionales y estudiantes: el 20% de españoles que compra más de 10 libros al año. No cambia la naturaleza ni el uso de los libros, sólo su distribución.
Columna en Público