Jesús Conte y Jordi Mercader, jefes de prensa de Jordi Pujol y Pasqual Maragall (en ese orden en la foto de La Vanguardia), confiesan sus artimañas de spin doctors y fontaneros ante los estudiantes catalanes. Sin rubor.
Sus palabras explican cómo se han decidido durante tantos años las subvenciones a la prensa catalana y sus apuntes sobre la concesión de licencias de radio y televisión son el relato de la ignominia y la vergüenza de los medios en Cataluña y en tantos otros sitios
Y lo admiten inefables. Sin pudor: "Podemos ayudar y, sobre todo, podemos hundir un medio", confesó Conte, que sabe mucho de eso, y se confesó "colaborador necesario" en la distribución de prebendas.
Mercader no se anduvo a la zaga: "El trabajo más importante de los gabinetes de comunicación es impedir que las cosas salgan".
Su afirmación ilustra claramente la concepción plutocrática y ventajista de la democracia y el servicio público que tienen algunos políticos -demasiados, demasiados- y quienes trabajan para ellos.
Ni siquiera Alastair Campbell, spin doctor de Tony Blair y "uno de los mayores hijos de puta sobre la Tierra" en palabras de un columnista de The Guardian, se atrevió nunca a tanta desfachatez.
Los medios catalanes y españoles, pero también los políticos, deberían hacer examen de conciencia y preguntarse realmente porqué los ciudadanos están hasta las narices de ellos.
Como este fatuo PP que se lamenta ahora de que se filtren los sumarios judiciales cuando ha sido el partido de todas las teorías de la conspiración. Y sigue.
Menos manipuladores, menos mentirosos, prensa más crítica (también consigo misma), más responsabilidad en la democracia. ¡Cuánta falta hace!