Barack Obama empezó el sábado su viaje en tren hacia la Casa Blanca. Un viaje para entrar en la historia rememorando a Abraham Lincoln y a Martin Luther King. Un tren para intentar convertir su presidencia en mítica.
Será la inauguración presidencial más esperada de la historia. Y también la primera retransmitida en directo por internet y las redes sociales. Pero el primer presidente 2.0 se reconcilia además con los grandes medios ofreciéndoles el mayor espectáculo posible. La política es el mayor espectáculo.
Barack Obama nunca ha confiado mucho en los medios. Aprendió en su etapa de activista cívico en Chicago que los periodistas sólo estaban donde ocurrían las injusticias cuando el conflicto estallaba. Montar una protesta ante los responsables municipales para saber si un barrio padece insalubridad y contaminación es noticia. El lento y constante deterioro de la vida de las personas, no.
Por eso el presidente con la historia personal más digna de una película de Hollywood hizo su carrera a la Casa Blanca sin los medios, apoyándose en la gente y la movilización directa y por internet.
Como en sus tiempos de pelea por los barrios negros de Chicago.
Pero Obama ya es presidente. Y los medios coronan y toman juramento a los gobernantes como nunca en la historia. La política es la imagen. Y los medios la transmiten. Pero no ellos solos, se acabó la franquicia de la mediación entre el poder y los ciudadanos. Ya nadie puede ser el sumo oficiante del mayor espectáculo político –seguramente de la historia- cuando la imagen y la información están en internet.
Por eso Obama ha aprovechado su último mensaje sabatino como presidente electo para proclamar que la inauguración de su presidencia será "la más abierta y accesible de la historia". Por lo menos será la más retransmitida, mapeada, comentada, twitteada, etc., etc. Es la fiesta de la política 2.0.
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