La Policía Nacional volvió a golpear a un cámara en una de las protestas contra Israel en Madrid. Kacho, cámara de Reuters, fue golpeado al grabar la disolución de un grupo de manifestantes al final de la protesta.
Es un episodio más de la porra fácil de algunos policías que todavía no han aprendido a respetar a los informadores ni a distinguirlos de los manifestantes.
Kacho ha denunciado los hechos ante la justicia, como tantas veces tantos fotógrafos y periodistas agredidos. Pero lo que hace falta es mayor cultura y formación democrática y legal en las fuerzas de seguridad.
Cada día es más habitual que policías -sobre todo locales y autonómicos-, pero también vigilantes de seguridad, se excedan en sus atribuciones y reclamen a los informadores que no graben o capten imágenes de hechos públicos y noticiosos, igual que cada vez es más habitual que los jueces reclamen informaciones protegidas por el secreto profesional de los periodistas, protegido por la Constitución pero todavía no regulado.
Es la coraza de la seguridad que cada vez se extiende más en una sociedad miedosa y dúctil a la hora de renunciar a derechos fundamentales a cambio de una frágil seguridad de la fuerza quue encubre una inseguridad jurídica y democrática.