Carlos Enrique Bayo se indigna en Público con los medios que no reflejan la indignación ciudadana en tantas partes del mundo sobre la invasión de Gaza por Israel.
Y es cierto.
Como es cierto también que los medios no reflejan las restricciones y la censura que Israel impone a los medios y corresponsales extranjeros.
La guerra en Oriente Medio es, como todas, también una guerra de propaganda. Israel, orgullosamente proclamada la única democracia real del área, mantiene desde hace años severas restricciones a los periodistas, tanto nacionales como extranjeros, para informar de Palestina.
Y las facciones palestinas han recurrido a menudo al secuestro de periodistas como arma política y mafiosa.
El viernes Israel todavía no había cumplido la orden del Tribunal Supremo para permitir el acceso de un puñado de corresponsales extranjeros a Gaza a través del paso de Erez.
Y el sábado Israel arrestó a dos periodistas de Al Jazeera, la única cadena de televisión con corresponsales en Gaza.
La mayoría de los corresponsales extranjeros informan desde Jerusalén y reciben informaciones de stingers y colaboradores en Gaza. Con informaciones a menudo difíciles de confirmar. El ejército israelí, como sus misiones diplomáticas en todo el mundo, sí es activo en la información y la controla férreamente.
Al día siguiente de comenzar los bombardeos el embajador israelí en España, Raphael Schutz, ya estaba en los medios dando la versión de Israel. ¿Por qué no le recordaron los medios que sus corresponsales tenían prohibida la entrada en Gaza?
Tampoco se ha publicado en ningún medio español una aclaración al público sobre esta prohibición ni ha habido una carta de los directores, de las asociaciones de la prensa o de las organizaciones profesionales quejándose y advirtiendo a la audiencia de las condiciones en las que se tiene que informar del conflicto.
Es una de las debilidades repetidas de la información en Oriente Medio y es especialmente relevante ahora que Europa y Estados Unidos dan tiempo a Israel para consolidar su ofensiva y cuando una parte cada vez más importante de la comunidad judía en todo el mundo es más crítica con la política de Israel.
Obama, presidente electo, también calla. Una política norteamericana que seguramente no cambiará.