Fernando González Urbaneja, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, y Enrique Bustamante, catedrático, han introducido un poco de cordura en el debate sobre la reforma de TVE abordado por el Comité de Sabios nombrado por el presidente Zapatero.
Urbaneja y Bustamante elevan su voz sobre el ruido ambiente para lanzar unas pocas ideas claras:
1. No contemplan la creación de un canon para financiar la televisión pública.
2. La privatización no es adecuada para lo que los sabios contemplan como un servicio público esencial, tal como se define en el Estatuto de RTVE. Coinciden así con las declaraciones de Carmen Caffarell, directora general de RTVE, y en contra de Miguel Ángel Ordóñez y otras voces salidas del Ministerio de Economía.
3. El modelo es la BBC. La radiotelevisión pública británica, universalmente reconocida, está en la mente del comité de expertos.
4. La politización es uno de los males fundamentales que deben atajarse. Exige una reforma del consejo de administración del Ente y de la comisión de control del Congreso, dependientes de los partidos y el resultado de las elecciones.
El comité de sabios parece haber encontrado un buen punto de partida. Pero tanto Urbaneja como Bustamante han rebajado las expectativas. Anuncian que los sabios propondrán un marco, un ámbito de trabajo y de definición del servicio público, no planes concretos para RTVE.
Se vuelve al inicio. Los objetivos deberían estar ya claros:
1. Limitar lo público a su función: separar el servicio público de lo comercial.
2. Definir un modelo de televisión de calidad con vocación de servicio público: información, cultura, integración nacional, presencia en el extranjero, promoción de las lenguas de España.
3. No intervenir ni modificar en exceso el mercado: RTVE no debería competir con las cadenas comerciales en la búsqueda a todo coste de la audiencia.
4. Garantizar la independencia de los gestores: nombramiento por mayoría cualificada del Parlamento a propuesta de una comisión de selección (véanse las ideas de la BBC) y desincronizar el mandato de los gestores del Ente de las legislaturas políticas.
5. Plan de ajuste para refinanciar la deuda y evitar su aumento: gastos, personal, programación, transparencia de contratos, cambio del modelo de financiación con cargo a los Presupuestos del Estado (los ciudadanos deben saber cuánto les cuesta la TV pública).
6. Establecer un marco legal estable para la televisión, acorde con las recomendaciones internacionales, que elimine la inseguridad jurídica en la que el sector audiovisual ha vivido los últimos años: televisiones locales, municipales, etc.
Urbaneja ha señalado la necesidad de proponer lo que no serían capaces de hacer. Es necesario coraje para afrontar la burocratización del Ente y reformar a fondo su funcionamiento profesional. Definir objetivos y contar a los ciudadanos cuánto les van a costar (vía impuestos, Presupuestos del Estado o canon) también es imprescindible.
¿Y las radiotelevisiones autonómicas? No deben quedar al margen. Padecen los mismos males de RTVE e incluso aumentados a pesar de su juventud.
El modelo de los sabios, la BBC, lo tiene claro. En su reciente informe sobre el futuro, titulado Construir un valor público, los responsables de la radiotelevisión estatal más admirada definen con claridad criterios y objetivos:
a) Despolitizar el gobierno y la gestión: separar la titularidad pública de la administración.
b) Descentralizar cada servicio: fijar sus objetivos, auditarlo y decidir su continuidad y futuro en función de los resultados (gestión profesionalizada).
c) Ampliar la presencia de la BBC al mundo digital para desarrollar la sociedad del conocimiento.
d) Asegurar el valor público de los servicios y contrastar con un sistema de encuestas la satisfacción de los ciudadanos con la BBC.
e) Escala: adaptar el tamaño de la Corporación a sus objetivos y servicios. Evitar el sobredimiensionamiento y la burocratización.
Mirar a la BBC será una gran ayuda para los sabios pero no contentará a todos. Los liberales clamarán por la privatización, como quienes están a la espera de un gran negocio, otros pensarán que se liberaliza demasiado y hay quienes defenderán prebendas y privilegios para no afrontar una exigente renovación profesional.
Los sabios deben ser, además, corajudos, honestos e independientes.
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