¡Todos a ver los Juegos y a disfrutar!
Decía el barón Pierre de Coupertin, fundador de las olimpíadas modernas a finales del siglo XIX, que lo importante es competir. Gran mentira. Lo importante es ganar.
El deporte moderno es negocio, espectáculo y política. Su espíritu competitivo se impone sobre el juego, el desarrollo físico, los desafíos de la biología y la técnica. Lo importante es vencer para ganar más dinero.
Los griegos sustituían algunas escaramuzas y rivalidades de reyes y tiranos con la competición entre sus guerreros y adalides en Olimpia. En la Edad Media los torneos caballerescos paliaban demandas y exigencias. Durante la Guerra Fría las olimpíadas fueron una constante medición de fuerza entre el mundo libre y el paraíso comunista. Muchos pasamos momentos inolvidables de la infancia contando el medallero de Estados Unidos, la Unión Soviética, la Alemania libre y la República Democrática.
Pero nunca las olimpíadas ni el deporte sirvieron para evitar una guerra. Y algunas como la del fútbol, tan bien retratada por Ryszard Kapucinski, estallaron en medio de una pendencia deportiva.
Coubertin proclamaba que los Juegos enseñaban a la juventud "el amor por la paz y el respeto a la vida", pero muchos aprendíamos quién era más poderoso y bajo que banderas valía la pena cobijarse.
Ya George Orwell alertaba en los años cuarenta --lo contaba al hilo de las broncas por una gira de la selección de fútobl de la URSS por Inglaterra-- de cómo se había refugiado la barbarie y el nacionalismo en las competiciones deportivas internacionales.
Decía el autor inglés en The Sporting Spirit:
"La mayoría de los juegos que ahora se practican tienen un origen antiguo, pero el deporte no parece haber sido tomado en serio desde los antiguos romanos hasta el sigo XIX.
Luego, principalmente en Gran Bretaña y los Estados Unidos, el deporte se convirtió en una actividad fuertemente económica, capaz de atraer masas y de despertar salvajes pasiones. No hay duda de que tiene mucho que ver con el auge del nacionalismo, esto es, con el moderno y lunático hábito de identificarse uno mismo con grandes poderes y ver todo en términos competitivos".
La perfección del atleta contra la deformidad de la masa. La soledad del esfuerzo contra la pasión provocada de la horda. El orgullo y la soberbia nacionalista contra la igualdad de la naturaleza humana y la diferencia de mente y habilidades.
Cuatro mil millones de espectadores pueden ver los juegos más atemorizados de la historia. El deporte atenazado por el temor terrorista, bien aprovechado por el movimiento olímpico y la familia olímpica para seguir haciendo de las suyas: vender votos y voluntades; hacer montañas de dinero gustosamente gastado en promociones, viajes, seguridad, miedo.
Si hay un organismo en el mundo no democrático, dictatorial y opaco es el Comité Olímpico Internacional y sus derivados nacionales.
No. No son buenos momentos para un deporte crecido entre jeringillas, hormonas y drogas. Todos recordamos la promesa de que el doping y los abusos antinaturales se acabarían con la caída de la República Democrática Alemana. Pero no ha sido así. El dinero es más fuerte que la ideología.
Disfruten de los Juegos.
El Periódico | ¿A qué se juega en los JJOO?
ABC | Empiezan los primeros Juegos en directo desde 1992
P21 | Bitácoras españolas sobre Atenas 2004
eCuaderno | Blogs sobre Atenas 2004