Giovanni Sartori defiende en El País un nuevo sistema de financiación de la televisión pública: repartir los beneficios de las televisiones privadas.
El sistema es original:
>> la televisión pública renunciaría a la publicidad;
>> también a la lucha por la audiencia y apostaría por la calidad;
>> sólo las televisiones privadas emitirían publicidad;
>> si el servicio de televisión es una función pública (también la TV privada) que utiliza un bien público --el espacio radioeléctrico--, debería pagar un canon por usufructo;
>> el sistema Sartori no carga el servicio público sobre los impuestos (es decir, directamente a los ciudadanos), sino sobre los concesionarios de la televisión.
Sartori da en algunas claves de una moderna televisión pública:
>> primar calidad frente audiencia, lo que satisfaría las demandas ciudadanas;
>> no competir en el mercado, reservado a los operadores privados, complaciendo a las demandas de las televisiones comerciales (Uteca);
>> cobrar a los operadores por el uso de bienes públicos, no a los ciudadanos: financiación directa y no onerosa para los contribuyentes.
El filósofo italiano completa su sistema con la formación de un órgano de control independiente, al estilo de la BBC.
El sistema funciona. Es una pena que en España haya que financiar no una televisión y una radio públicas, sino una red de medios autonómicos convertidos en uno de los mayores instrumentos del poder.
No habría beneficios que aguanten la enorme deuda de las radiotelevisiones autonómicas.
El sistema de Sartori choca con la irracionalidad del sistema políticomediático.
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