La propaganda es más efectiva y barata que nunca. Para que funcione debe tener algunos elementos de realidad, también algo de autoridad (fuentes reputadas para quien la recibe) y cuanto más personal sea el contagio, mejor.
La propaganda de masas es poco eficiciente en la era de la saturación, ahora es mejor pertenecer a una comunidad elegida, con capacidad para actuar de difusora, que recibir mensajes demasiado uniformes y masificados.
Si se simplifica el enemigo uniendo a varios contrincantes en el mismo mal, mejor.
Ciertos sectores opuestos al gobierno del PSOE desde su victoria en las elecciones del 14M de 2004 han aprendido de la movilización ciudadana y la acción de los medios sociales y ahora explotan esos métodos de forma organizada y con una alta penetración a través de mensajes personales por sms en teléfonos móviles, foros de internet y aprovechando la inclusión de comentarios en medios informativos o propagandísticos.
Todo empieza con una información aparecida en un medio de referencia, como es el caso de El Mundo en su búsqueda de la conspiración del 11M y la conexión ETA/Al Qaeda. El 26 de junio pasado se publicaba una información sobre los móviles del último comando Madrid (llamado Txirrita) de ETA, de cuya detención en el año 2002 huyó Balbino Sáez Olarra, considerado uno de los ingenieros de las bombas de la banda.
Unas notas sobre determinada forma de empleo de teléfonos móviles como detonadores llevan al diario a vincular a los terroristas de ETA con los autores de la matanza del 11M, aunque el mecanismo de detonación encontrado tiene porqué ser exclusivo de la sabiduría de un terrorista.
La conspiración revelada.
Desde entonces un nuevo sms, utilizando aquel pásalo de la protesta del 13M, vincula directamente al terrorista etarra con los móviles islamistas y pasa a acusar directamente al presidente Zapatero de conocer los hechos y de ahí su iniciativa de proceso de paz con ETA.
Los mensajes se difunden entre móviles y comienzan a aparecer en varios medios y páginas webs para lograr mayor difusión y aumentar el contagio.
La propaganda viral hace avanzar la conspiración.
Las lecciones del 11M bien aprendidas:
1. Estrategia del dolor. El despecho ciudadano contra el terrorismo y sus males alimenta la curiosidad de muchos, que se convierten en receptores o en reemisores.
2. Desinformación. Coincidencias, detalles aislados, recuperación de datos antiguos que puedan encajar en el relato conspirativo incluso cuando el juez instructor concluye el sumario y confirma el procesamiento de los acusados.
3. Tenaza política. Verdad y mentira. Información, falsedades y teorías convertidas en hechos se nutren de un mismo espectro de medios y personas inducidos a pensar en este tipo de conspiraciones por su afinidad o ideología política.
4. Electoralismo y terror. Desde las pasadas elecciones de 2004 vivimos una especie de campaña electoral permanente fundada en el empecinamiento del Partido Popular de no reconocer la legitimidad del gobierno de Zapatero. El empleo de la lucha contra el terrorismo y la pacificación del País Vasco como arma política alienta conspiraciones y enfrentamientos más pasionales que razonados. Ayer mismo Mariano Rajoy negaba la legitimidad de Zapatero en el proceso de paz al afirmar que el presidente del gobierno "no está representando al Estado. Estará representándose a sí mismo, al PSOE o al Gobierno de España, pero en ningún caso está representando al Estado".
5. La emergencia de los medios sociales y los superusuarios. Los superusuarios, activistas digitales habilidosos en la participación y en el empleo de los medios sociales, utilizan su potencia y efectividad para difundir ideas, informaciones y todo tipo de manipulaciones.
La ciberpolítica necesita la opinión pública reflexiva y los filtros adecuados para distinguir el debate de ideas de los hechos, las informaciones de las opiniones, la realidad de las conspiraciones. De lo contrario, el riesgo de contagio se dispara. Para la buena y la mala política.